La causa por contaminación contra Klaukol regresó a la Justicia Provincial


La denuncia de los habitantes del barrio Las Mercedes de Virrey del Pino se inició en el Juzgado Federal de Morón, que luego de 10 años se declaró incompetente y la derivó  al Juzgado de Garantías N°4 de La Matanza. De orbita provincial, este también rechazó el caso. Intervino la Corte Suprema y determinó que el expediente regrese al Juzgado radicado en el Distrito. “La burocracia nos cuesta la vida”, lamentó Susana Aranda, referente vecinal.

La denuncia de los vecinos del barrio Las Mercedes de Virrey del Pino lleva 10 años dando vueltas en la Justicia. Originalmente, fue radicada en el Juzgado Federal de Morón, en ese entonces a cargo de Jorge Rodríguez. Por el Juzgado pasaron luego Juan Pablo Salas y Ernesto Barral, quien luego de una década declaró la incompetencia del órgano judicial y derivó la causa al Juzgado de Garantías N°4 de La Matanza, de orbita provincial. Pero este también rechazó brindar una resolución. El expediente pasó entonces a la Corte Suprema de Justicia, que  determinó que la causa regrese al Juzgado N° 4, mientras que la UFI N° 6 es la encargada de llevar adelante las investigaciones correspondientes.

“Ahora, desde el Juzgado de Garantías nos piden tiempo para leer la demanda que tiene 23 cuerpos. El tiempo pasa y eso a nosotros nos cuesta vida. La demora de ellos, el leer de ellos, la burocracia de ellos nos cuesta la vida”, recriminó Susana Aranda, vecina referente de la lucha contra Parex Klaukol que llevó adelante una huelga de hambre a modo de protesta por 10 días.

Tras esperar 10 años, la lucha arranca de cero en la Justicia provincial. “Esto es grotesco. El O.P.D.S es el principal responsable, porque no puede darle la habilitación a las una fabrica que tiene chimeneas de una categorización 3, que debería estar en zona rural”.

La mujer se refiere a la normativa de la Secretaria de Política Ambiental de la provincia de Buenos Aires, que ubica a la empresa denunciada entre los establecimientos que se consideran peligrosos, porque su funcionamiento constituye un riesgo para la seguridad, salubridad e higiene de la población u ocasiona daños graves a los bienes o al medio ambiente. Por este motivo, debería instalarse en zonas rurales, con estrictas medidas de seguridad.

“No tenemos acceso a la Justicia porque la Justicia mira para otro lado”, aseguró Aranda, quien además remarcó que “en 10 años murió mucha gente porque nadie tomó un sólo recaudo. Mientras tanto,  Klaukol sigue facturando y los efectos que provoca son similares a los de una minera”.

Los habitantes del barrio Las Mercedes responsabilizan a la constante emanación de material particulado provenientes de las tolvas de la planta, por las múltiples enfermedades sufridas por los vecinos. Leucemia fulminante, insuficiencia respiratoria, cáncer pulmonar, renal y de piel, entre otras, son las afecciones que abundan en la zona.

“En el aire tenemos agentes cancerígenos y debería haber tolerancia cero. Nosotros no consumimos agua de red, compramos agua envasada, segura. Tomamos algunas medidas para protegernos, pero no podemos dejar de respirar. Parex Klaukol contamina el aire con sus 14 bocas de chimenea”, aseguró Aranda.

Son más de 100 los casos de muertes directamente relacionadas con la contaminación las que se registran en el barrio, compuesto por sólo nueve manzanas. “Hace pocos días despedimos a una mamá de 36 años y se repite la historia. Pero nadie ve nada, nadie hace nada. Yo responsabilizo de todo esto a la Justicia Federal, a los gobiernos que pasaron y a los organismos OPDS  y ACUMAR”, remarcó la mujer.

“Nuestro barrio ya no es habitable”

El barrio Las Mercedes está ubicado a la altura del kilómetro 44,500 de la ruta 3 y su existencia es previa a la llegada de la fábrica a la zona. “Este lugar ya no es habitable y no hay forma de escapar”, dijo de manera desesperada la vecina que sufre en su propia familia los efectos de la contaminación: su nuera padece de cáncer de garganta.

Los habitantes del barrio ya no saben qué hacer y reclaman que “con solo leer lo que establece la Ley, el problema debería estar solucionado”. Por su categorización en nivel 3, Parex Klaukol no debería funcionar ni siquiera, en un parque industrial. “Entonces, ¿de qué estamos hablando? Esto no debería pasar, la Justicia no debería mirar para otro lado”, cuestionó la vecina.

Cansados de esperar una resolución, los habitantes del barrio Las Mercedes exigen que la Justicia se expida. “Queremos que se tomen decisiones, porque mi barrio no es habitable, pero mi casa no tiene rueditas”, ironizó Aranda.

Y es la actividad de la empresa no sólo afecta la salud de los vecinos, sino que su actividad ha provocado una importante baja ene l valor de las propiedades. “Con lo que vendo mi casa, no compro nada, ni debajo de un puente. Familias que se sacrificaron 40 años para tener una casa, se quedarían sin nada”, explicó la mujer.

Invisibles

Con todas pruebas a disposición de la Justicia, los casos de enfermedades que se multiplican y las medidas de fuerza que tomaron durante los últimos 10 años, los vecinos no tienen respuesta. Mientras tanto, la planta de Parex Klaukol esta activa las 24 horas.

“Esta es nuestra frustración. Ya no creemos en nadie. Yo no creo en la Justicia. Los jueces respetan más el dinero que la Ley, porque esta fábrica no debería estar en mi barrio, así lo establecen las normativas vigentes, pero se lo permiten. Sentimos que somos invisibles”.

A los daños en la salud, la caída del valor de las propiedades, s ele suman las familias desmembradas, que se desarman porque los hombres se quedan para que no les tomen la casa y la mujer con los hijos se van a vivir a casa de familiares para no estar expuestos a la contaminación. “Hay que estar acá para entender cómo se vive con miedo a la muerte te que corre. Psicológicamente te destruye”, aseguró Susana Aranda.

Sin respuestas de la Justicia, los vecinos tienen intenciones de recurrir a organismos internacionales, incluso se proponen llegar a la Corte internacional de la Haya. Pero para ellos, debe dictarse sentencia en el país. “Como ciudadanos hicimos todo lo que debíamos hacer y más. Pero nos tiene atados”, lamentó la mujer.

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