A poco de cumplirse un año de la muerte del adolescente de Villa Dorrego, su familia denuncia que el responsable del hecho viola la pena impuesta por la Justicia y participa de peleas callejeras.
Lo califican con un sujeto “violento y peligroso para la sociedad”.
Ezequiel Lamas tenía 17 años y se encontraba de vacaciones con amigos en Miramar cuando durante un confuso episodio recibió un brutal golpe por parte de otro joven, cayó al suelo y golpeó su cabeza contra el asfalto. Como consecuencia del impacto, el adolescente sufrió fractura de cráneo y un coagulo cerebral. El ataque se produjo el 15 de febrero de 2019 y ocho días después murió.
La responsabilidad del hecho recayó sobre Juan Manuel, quien tenía la misma edad Lamas y practicaba artes marciales. Fue condenado en septiembre último a 1 año y 8 meses de prisión de ejecución condicional por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil 2 de Mar del Plata, tras hallarlo culpable de “homicidio preterintencional”.
Este tipo de condena no es de cumplimiento efectivo sino que se fijan determinados requisitos a cumplir en cada caso. Mantener un domicilio fijo, permanecer allí y someterse a controles a través del programa de acompañamiento e inclusión en el ámbito sociocomunitario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (vive en Caballito) fueron algunos de los requisitos que se establecieron.
“Dos semanas después de la condena, vemos en el noticiero un video de una bandita que atacaba con palos, fierros y cadenas a chicos a la salida de una escuela en Caballito. En ese hecho participó el asesino de mi hermano”, aseguró Belén Lamas, hermana de “Pipi”.
Según la familia de la víctima, esa práctica es habitual. “Para con su bandita en Parque Rivadavia, es violento y peligroso para la sociedad”, remarcó la joven que, junto a su familia, se propone reunir la mayor cantidad de pruebas que acrediten el accionar de condenado y que la Justicia actúe en consecuencia.
La vida de Ezequiel llegó a su fin de manera absurda. Una falsa acusación, el accionar ineficaz de los efectivos policiales y la intromisión violenta de un adolecente ajeno al hecho lo llevaron a la muerte.
Era el viernes 15 de febrero de 2018 cuando el joven caminaba, junto a su primo y dos amigos, por la peatonal de la ciudad balnearia de Miramar. Tras un choque casual en la vía pública, un matrimonio los acusó de haber intentado robarles.
Pero los chicos siguieron caminando e ingresaron a un cajero automático para retirar dinero. Cuando salieron, había un tumulto de gente y policías que los estaban esperando. La Policía los retuvo y en esas circunstancias una persona ajena a los hechos le propinó el brutal golpe que termino provocándole la muerte a Ezequiel.
Según relataron los amigos del adolescente, Pipi no fue asistido en el momento y fueron los que llamaron a una ambulancia. La familia además cuestionó la atención médica recibida por la víctima: “Los médicos no informaron que Ezequiel tenía un coagulo y que en el hospital no podían realizarle la operación que necesitaba. Y así, lo dejaron toda la noche en observación”.
El estigma que mata
“Pipi era un pibe de barrio, buena persona. Un pibe que tenía ganas de seguir viviendo, cumpliendo sus sueños. Nos fue arrebatado de una piña por la estigmatización social en la que predomina la diferencia de clases”, lamentó Lamas. Ser morocho y levar gorrita parece haber sido el error fatal del adolescente de Villa Dorrego.
Pero la estigmatización no queda ahí sino que sigue también en los procesos judiciales que debieran pone imponer una pena al agresor. “La Justicia actúa muy mal y dudamos si tiene a algún conocido en el poder o tiene mucha ‘suerte’ de no caer preso porque tiene antecedentes de violencia. Después de lo que le hizo a mi hermano salió con fierros y cadenas a agredir a chicos que salían de una escuela”, remarcó la hermana del adolescente fallecido.
“No hay un día en el que no se nos presenten lagrimas de dolor por nuestro hermano, amigo, hijo, tío, primo. El mejor compañero y alumno, un pibe que jugaba con la Play Station todas las noches y su sueño era andar en patineta y ser chef para poder viajar por el mundo”, manifestó la familia de la víctima en un escrito publicado en la plataforma change.org.
“Queremos que el caso se viralice nuevamente, que todos sepan quién es el asesino de mi hermano. ¡Exigimos justicia por Pipi!”, dijo Belén Lamas. Además, el objetivo de la familia es que se concrete la construcción de un parque de patinaje en homenaje a Ezequiel.
“Venimos luchando por esto pero no tenemos respuesta. Hubo un compromiso por parte del Municipio (de La Matanza) pero quedó en la nada”, contó la joven. Familiares de Pipi proponen que el parque de patinaje se construya en un espacio verde lindero a la ESB N.° 1 de Villa Dorrego y esperan tener reuniones con las autoridades para avanzar en el proyecto.