Miles de griegos salieron a reclamar ante un nuevo ajuste

Miles de personas ganaron las calles de Atenas y otras ciudades de Grecia en la primera huelga del año convocada por las principales centrales obreras contra el nuevo ajuste que buscan imponer la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo.

Para poder dar una respuesta, el primer ministro griego, Lukas Papademos, se reunió este martes con miembros de los partidos que apoyan a su gobierno para discutir sobre las condiciones del nuevo ajuste impuestas por la troika (formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI.

A cambio del nuevo ajuste, los acreedores accederán a otorgarle un nuevo préstamo de rescate para evitar la quiebra que está a las puertas de Grecia y que, de darse, produciría en la zona euro un efecto arrastre de impredecibles consecuencias.

Entre otros aspectos, las medidas exigidas por los acreedores contemplan el despido de 150.000 empleados públicos hasta 2015, 15.000 de ellos en forma inmediata; una rebaja salarial del 25% en el salario mínimo y en las jubilaciones; y la supresión de las pagas extras anuales.

Por tal razón, las dos principales centrales obreras griegas convocaron para este martes a una huelga general en repudio «al ajuste y a las reformas exigidas por la `troika`», según informó el secretario general del sindicato de los empleados públicos (ADEDY), Ilias Iliopoulos.

«A pesar de nuestros sacrificios y de admitir el fracaso de la política monetaria y fiscal, (la `troika`) todavía pide más austeridad», declaró Iliopoulos, según informó la agencia de noticias Europa Press.

La otra central sindical que impulsó la medida de fuerza es el GSEE, del sector privado, y entre ambos representan a más de la mitad de los trabajadores de Grecia.

Yiannis Panagopoulos, líder del GSEE, describió las medidas como una «sentencia de muerte» para el país, destinadas a recortar los salarios de un 20% ó 30%.

Pero también las cámaras de comercio y asociaciones que representan a los pequeños y medianos comerciantes apoyaron la huelga ya que, aseguraron, con las nuevas medidas «se reducirán la calidad de vida y el consumo del pueblo griego».

Los trenes no funcionaron y el transporte público en las principales ciudades del país sólo lo hizo con algunos servicios para permitir a los manifestantes acudir a las protestas.

Los hospitales atendieron sólo las urgencias, mientras que no hubo clases en las escuelas y los bancos públicos y privados así como los tribunales se encontraron cerrados.

Los marineros y los ingenieros náuticos también pararon, por lo que los barcos permanecieron amarrados en puerto.

Los manifestantes expresaron su ira contra el gobierno, por la exigencia de la UE, el BCE y el FMI de aplicar más ajustes como condición para entregar el rescate de 130.000 millones de euros, al tiempo que también lanzaron sus dardos contra Alemania por entender que es quien encabeza la línea dura en materia de exigencias.

«No a los despidos del sector público», «No a la de cortar el salario mínimo», rezaban los carteles de protesta que llevaban los manifestantes bajo el frío y la lluvia que azotó la plaza Sintagma de Atenas.

Un grupo de manifestantes quemaron una bandera alemana frente al Parlamento, y trataron de prender fuego a otra que tenía estampada la esvástica nazi, como reacción a las llamadas de Berlín para una estricta disciplina presupuestaria.

Por su parte, el ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, culpó a las partes por el fracaso para alcanzar un consenso sobre las negociaciones de la deuda con la UE y el FMI de Grecia.

Las nuevas medidas de ajuste son duras pero necesarias, «Puesto que nadie es Hércules para luchar en solitario contra una Hydra, debemos afrontar esta batalla todos juntos, y convencer a los griegos de la necesidad de este programa, sin mezquindades ni arrogancia, así como ajustarnos a la solución elegida, que es permanecer en el euro, quedarnos en Europa, y luchar para recuperar el terreno perdido», afirmó Venizelos.

Para los griegos, nuevos recortes significan una recesión aún mayor de la que ya sufren, «Nos están arrastrando al fango. No lo entiendo», aseguró un manifestante frente a las cámaras de la cadena televisiva Euronews.

«Todos los políticos deberían renunciar y dejar en paz a la gente. Los griegos ya estamos bastante destrozados. Hemos trabajado durante 30 años para tener una vida mejor y ellos no hicieron más que empeorar las cosas», se lamentó una mujer de alrededor de 70 años, visiblemente emocionada.

El tiempo apremia, y los políticos griegos trataban de llegar a un acuerdo para que el país reciba un nuevo paquete de ayudas que lo salve de una quiebra inminente.

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