Jenifer Farias llegó al Hospital Santojanni el 14 de julio último alrededor de las 20.30 con un trabajo de parto avanzado. Pasaron las horas y su familia no tenía noticias, hasta que a las 7.30 les informaron que la joven ya había dado a luz.
Una vez que su familia pudo ingresar a la sala para ver a Jenifer, la encontraron en mal estado. La joven se sentía muy mal, y los médicos manifestaron que la situación era “normal” para una mujer que acababa de dar a luz y que “solo había sufrido un desgarro”.
En los días siguientes, el estado de Jenifer se fue agravando, pero la respuesta de los profesionales médicos era la misma. Además, le dijeron a la familia que la joven había entrado en la denominada “depresión post parto”.
«Se sentía mal y le faltaba el aire, la revisaban y decían que clínicamente estaba bien”, contó Andrea Farías, hermana de Jenifer.
En la madrugada del miércoles 18, la joven llamó por teléfono a su mamá. “Estaba desesperada, se sentía mal y nadie la asistía”, detalló la hermana de la joven fallecida.
Durante la jornada del miércoles, los médicos enviaron sola a Jenifer a realizarse una ecografía. “A mitad de camino se descompensó, pero seguían diciendo que era normal”. Alrededor de las 9.15 el estado de salud de la joven se complicó aún más.
Una vez en la habitación, una enfermera pidió un tubo de oxígeno porque la joven tenía serias dificultades para respirar. A raíz de ello, la joven sufrió un paro cardiorrespiratorio que terminó con su vida.
“Siempre dijo que se sentía mal y se quejó de que la maltrataban. Nosotros no recibimos ninguna explicación. Mi hermana murió como un perro en la habitación”, concluyó Andrea Farias.