Magdalena Mabragañ nació en la localidad de Isidro Casanova y fue allí donde tuvo su primer contacto con el arte. Actualmente reside en San Justo y da clases a estudiantes que viajan desde distintos puntos del Gran Buenos Aires a la ciudad cabecera del Partido de La Matanza.
Por Cinthia Bistolfi
cbistolfi@periodicosic.com.ar
Al finalizar la clase, Magdalena recibió a S!C en su salón, donde los frascos de pinceles y paletas cargadas de óleo formaban parte de la decoración del lugar. Con tranquilidad, suavidad y dulzura nos invitó a recorrer su trayectoria como artista plástica, desde el descubrimiento de su pasión por el arte hasta sus más recientes logros.
¿En qué estás trabajando
actualmente?
Actualmente estoy dando clases de pintura en el Centro Cultural Jorge Luís Congett de San Justo. Este centro cultural funciona hace doce años y yo me inicié con ellos acá, después hace cuarenta que ejerzo esta profesión, desde los quince años. También tengo el atelier privado en casa y en este momento estoy con una sola muestra a nivel privado.
Hace 20 años que voy con mi marido a San Miguel del Monte, con esa idea de realizar escapaditas de fines de semana, donde terminamos comprando un terreno y logré tener mi rincón de arte dado a que elevé un proyecto al Municipio de Monte explicando que quería tener un espacio para que la gente lo pudiera visitar a lo que me dijeron que sí, así que lo hicimos con mi esposo. Es un emprendimiento familiar y personal. La alegría de todo esto se transformó en una alegría aún más grande, lo que era un rinconcito se terminó transformando en un galería de arte y hace tres años se inauguró a nivel de interés cultural, entonces pasó a formar parte del circuito turístico junto con el Museo del Rancho de Rosas.
¿Qué actividades artísticas
ofrecés en La Matanza?
Acá estoy solamente en el Centro Cultural Congett tres veces por semana casi todo el día, desde las 8 hasta las 20, y después en mi casa estoy una vez a la semana con el atelier donde dicto clases privadas y personalizadas. En este momento estoy a cargo del taller de adultos, si bien me inicié con chicos, en el camino me di cuenta que los chicos tienen más tiempo y más años de vida para aprender ciertas cosas por eso ahora elegí encabezar el taller de adultos. El mayor de mis alumnos está por cumplir 90 años así que es un lujo para mí estar con gente de esas edades.
¿Cómo comenzó tu pasión por el arte?
Desde los 4 ó 5 años ya tomaba clases con una profesora del barrio, donde hice lo elemental. Yo siempre decía que lo que quería hacer era enseñar y a los 15 años, cuando me recibí, mis alumnos eran más grandes que yo y por eso me inicié con chicos y luego empecé con adultos. Alguna vez por el camino dije de no dar más clases porque estaba cansada, pero la verdad es que no puedo abandonarlo porque la enseñanza es algo que tengo incorporado. Siempre le digo a la gente que lo único que puedo dar es lo que sé, esto es todo lo que puedo ofrecer. Y bueno, hoy por hoy tengo alumnos expositores, artistas plásticos a cargo, quienes participan en concursos y obtienen premios, la verdad es una satisfacción enorme, sin mencionar que la mayoría de mis alumnos vienen de distintos puntos de Buenos Aires, como ser de Glew, Ramos Mejía, Capital Federal, Luján, Moreno, entre otros.
En todos estos años de trayectoria, ¿recibiste
reconocimientos de autoridades municipales?
Si, una de las cosas muy lindas que me pasaron fue que en el año 91 tuve la posibilidad de pintar al presidente de turno y el agradecimiento que me hizo el Gobierno fue dejarme asentada como artista plástica argentina en los archivos del Gobierno, aunque eso también me jugó una mala pasada porque después tuve que quitar ese logro de mi currículum para evitar que me califiquen o señalen de tal cosa u otra y la verdad es que yo solo estoy con el arte y es eso lo que me interesa. Siempre comento que tuve la posibilidad de pintar a un presidente en el año 91 y si me tocaba hacerlo con otro, también lo iba a hacer.
¿Cómo fuiste a dar
con esta experiencia?
Fue muy casual porque yo no lo busqué. Estaba con mi papá en Radio Nacional buscando para exponer ahí mismo porque anteriormente se realizaban muchas exposiciones allí y mientras estaba realizando el trámite se nos acercó una persona que me quiso comprar todo mi material, que era lo que yo ahí tenía en mano, entonces le dije que no estaba vendiendo sino que estaba tramitando para poder exponer en la radio. Mi papá le preguntó a ese hombre quién era y le respondió que era Carlos Flores, Locutor Oficial de Casa de Gobierno. En ese momento me ofreció pintar al presidente, me dio su tarjeta y me dijo que en media hora me esperaba en Casa de Gobierno. Fuimos, me presentaron a algunas personas, me entregaron el material y en quince días me comprometí a llevar el trabajo terminado.
¿Qué buscas reflejar
en tus pinturas?
Yo soy retratista y me gusta el anciano, el chico de la calle, es decir, toda la parte marginal y social que no se muestra, eso es lo que trato de reflejar en mis obras. Si observan en conjunto mis trabajos notaran que predomina el rostro del anciano y los chicos de caritas sucias, chicos de granjas y ese tipo de cosas que no se muestran en el arte porque siempre se retrata lo más bonito. La edad de la vejez y la ancianidad son temas cotidianos, sencillos y de todos los días, eso es lo que a mí me gusta reflejar. Aparte me encantan las arrugas, disfruto elaborarlas porque es un tanto complejo, es todo un desafío como también lo es la ropa con tejidos. Es todo un trabajo y parte del desafío es lograr que se confunda con la fotografía.
¿Es cierto que te acusaron de que tus obras eran
fotografías y no pinturas por su semejanza
con la realidad?
Una vez, una profesora de Bellas Artes me hizo una denuncia. Yo estaba exponiendo en Galerías Pacífico, que era lo más lindo que te podía pasar en ese momento y en esas idas y venidas dentro de esos veinte días de exposición, los chicos de la recepción me entregaron un sobre donde me encontré con agradecimientos y felicitaciones como, así también, me encontré con que una profesora de Bellas Artes dejó asentada una solicitud que pedía que me sacaran de la galería porque yo no era digna de estar con artistas y porque lo mío eran fotos retocadas, es decir, eran “truchadas”. A raíz de ese episodio sentí la necesidad de demostrar que lo mío era la pintura hiperrealista para que crean en mi trabajo y comencé a hacerlo al experimentar pintando en hojas secas de distintos tamaños, en cortezas de árboles, en plumas de aves, en carozos de frutas, en corchos y en botones donde hago paisajes en miniatura. Me propuse empezar a demostrar mis trabajos en otros materiales y soportes.
felicitaciones!!!que bueno tener artistas en Isidro casanova!!son grandes ejemplos para nuestros jovenes de la matanza SE PUEDE!!