
El teniente coronel retirado Jorge Raúl Crespi es uno de los cinco acusados por los crímenes de El Vesubio. Los médicos del Cuerpo Médico Forense y de las defensas concluyeron que no está capacitado para afrontar el juicio y debe quedarse en su casa de Curuzú Cuatia. Los peritos de la fiscalía y las querellas sostienen que no es así.
Crespi fue jefe de sección en el Regimiento 3 de Infantería del que dependía el CCD y en los años ’80 estuvo procesado por 52 delitos, pero se salvó de ser procesado por la derogada Ley de Obediencia Debida.
La salud de Jorge Raúl Crespi, uno de los cinco acusados por los crímenes de El Vesubio, sigue siendo un dilema sin respuesta para el Tribunal Oral 4 que los está enjuiciando en Comodoro Py.
No habrá resolución hasta la audiencia del jueves que viene, cuando los jueces definan el contrapunto que protagonizaron hoy nueves peritos. La controversia nació en la audiencia inaugural del juicio, cuando los abogados querellantes notaron con sorpresa que la silla de Crespi en el estrado estaba vacía. Las fuentes judiciales explicaron que había “sucesivos informes médicos que dieron cuenta del riesgo de un agravamiento del cuadro cerebro vascular del imputado”, que estaba a la espera de lo que resolviera, en su casa de Curuzú Cuatiá, Corrientes.
Los querellantes se quejaron del rigor científico que podían tener los certificados que firmaban los médicos particulares de los militares. El jurado decidió someterlo a pericias complementarias. Hace quince días, los peritos estudiaron al anciano en la casa donde cumple la prisión domiciliaria.
Crespi fue el jefe de sección del RI 3 de Tablada, que tenía poder de mando sobre el centro de detención El Vesubio. En la década del ‘80, recién recuperada la democracia, fue procesado por 52 delitos. Quedó en libertad por Ley de Obediencia Debida.
Además dio testimonio Genoveva Ares, una militante universitaria de la Universidad de Lomas de Zamora, que fue salvajemente torturada junto a su pareja Gabriel Alberto García.