Conocido es que la tortuga es un animal que se caracteriza por su andar lentísimo y su nula reacción ante el mundo que la rodea. Si a esto se agrega que en este caso se habla de una tortuga sin vida cuyo movimiento depende siempre de una fuerza externa, entonces se puede afirmar que se está en presencia de un objeto que desde sus características aparenta rasgos de ser viviente pero su propia denominación de objeto derriba cualquier posibilidad de signos vitales.
La Real Academia Española explica el nombre de este reptil: Del lat. tardío tartaruchus, demonio, y este del gr. Tardío, habitante del Tártaro o infierno, porque los orientales y los antiguos cristianos consideraban que este animal, que habita en el cieno, personificaba el mal.
Mientras que en la web se puede encontrar también una definición coloquial al nombre que indica “lo que se desplaza lentamente”, y ejemplifica: “¡eres una tortuga, contigo nunca llegaremos!”. Cualquier similitud con el presidente de la Unión Cívica radical de La Matanza es pura coincidencia.