
Los primeros sondeos colocan al Gobierno Nacional como claro perdedor en el Distrito políticamente más importante de la provincia de Buenos Aires. De continuar esta tendencia, el peronismo, en sus dos facciones, podría quedarse con todos los cargos en disputa. Cambiemos apuesta a retener los votos en las ciudades más pudientes.
Por Claudio Kappeler
Pese a todos los intentos el PRO agrupado en Cambiemos no logra hacer pie en La Matanza y eso lo pone como perdedor neto de cara a las elecciones de octubre próximo.
Finalizada la compulsa de 2015, en Cambiemos se analizaba con algarabía lo que podría ocurrir dos años más tarde. Habían logrado reunir un total de cinco concejales en el Distrito y eso era una buena base –pese al vencimiento de algunos mandatos para ganar mayor territorio en 2017. Sin embargo hoy el panorama les es adverso y se conforman apenas con retener los votos de zonas determinadas.
Hay varios factores que influyeron a lo largo del último año para que Cambiemos pase de la euforia a la preocupación o casi resignación: las políticas económicas de Mauricio Macri pegaron fuerte en los barrios de la clase trabajadora de La Matanza; sus concejales y referentes regionales no hicieron absolutamente nada por intentar construir política territorial y se inmiscuyeron en la propia interna; y a esto hay que sumarle que el peronismo logró mantener lo propio y revertir algunos enojos.
Si se desmenuza el conflicto hacia adentro se observa que Cambiemos no tiene referencia local. Su candidato a intendente Miguel Saredi goza de total descreimiento o desconfianza en el sector de Mauricio Macri y por eso María Eugenia Vidal hace lo suyo metiendo candidato propio: el ministro Alejandro Finocchiaro. Esto logró que haya una total fragmentación y ni siquiera los concejales pudieron ponerse de acuerdo por lo que siguen existiendo dos bloques.
De esta forma, Miguel Saredi se muestra con Abrahan “Toto” Delgado y organiza lo suyo junto al exdiputado pierrista Juan Carlos Piriz. El hombre de Trenque Lauquen traicionó a la mayoría de los militantes y dirigentes que lo hicieron posicionarse en el Distrito y hoy es visto como un saltimbanqui al que nada le impediría “dialogar” con el Gobierno municipal si se trata de acuerdos personales.
Alejandro Finocchiaro, por su parte, consiguió el apoyo de la gente de Elisa Carrió. Decir eso en La Matanza es casi como postularte como candidato a intendente por el Partido Obrero. Si piensan que con la desconocida estructura de Carrió y el apoyo de parte de la derrumbada UCR pueden hacer buen papel en el Distrito deberían replantearse su idea de poder territorial.
Saredi sabe de esta dificultad y entiende el juego local. En dos meses Cambiemos no podrá instalar la figura de Finocchiaro para hacer campaña en el Distrito y es probable que necesite de alguien ya instalado. Será por eso que, en un cuasi apriete mediático, un portal provincial mencionó días atrás que Saredi está ofendido y se largó a hacer campaña sólo sin mencionar a Cambiemos. El excandidato a intendente ahora espera, en la comodidad de Puerto Madero, ese llamado que tanto desea.
Los sondeos
Mirar las encuestas que se conocieron en los últimos días llevan a una única conclusión: Cambiemos en La Matanza está tercero “cómodo”. En cualquier escenario el Frente Para la Victoria aparece ganador, seguido por el Frente Renovador de Sergio Massa. Con mayor o menos diferencia entre el primero y el segundo dependiendo la consultora todos los sondeos muestran que el peronismo mantiene un poder demoledor en esta parte de la provincia de Buenos Aires.
Varios analistas nacionales estimaron que la gente de Mauricio Macri buscará retener el voto del primer cordón del distrito. Esto es las ciudades de Ramos Mejía, San Justo, Villa Luzuriaga y Lomas del Mirador. Esa parte de La Matanza, la de mayor poder adquisitivo, es la que marcó la diferencia en la última elección aunque no logró que ganara Cambiemos. Ahora, desde el oficialismo nacional saben que el segundo y tercer cordón del Distrito están perdidos y sólo les queda intentar no perder la zona pudiente.