Magario, del “fuego amigo” a la vicegobernación bonaerense

La vicegobernadora electa tuvo que pelear contra el rechazo que su imagen generaba puertas adentro del peronismo local. Se impuso gracias a Fernando Espinoza y luego pegó el salto con el impulso que le dio el kirchnerismo puro.

A Verónica Magario no la querían en el peronismo de La Matanza, era resistida como funcionaria y mucho más como posible candidata. Allá por 2015, cuando Fernando Espinoza hacía asomar su decisión de nombrarla sucesora, muchos dirigentes propios alzaron sus voces contrarias y hasta amenazaron con pelear el lugar en elecciones internas. Como suele suceder desde 1999, la actual intendenta fue impuesta de manera vertical y entonces todo giró en rededor de su figura. Cuatro años después el kirchnerismo más puro tomó su nombre y lo potenció.

¿Habrá pensado Verónica Magario que llegaría a estas instancias? ¿Lo habrá imaginado cuando pisaba los pasillos de Desarrollo Social en medio de la crisis económica de 2001, bajo el paraguas de Alberto Balestrini? ¿o cuando Espinoza le dio el sillón de presidenta del Concejo Deliberante ante la mirada esquiva de todo el riñón oficialista? Y siendo intendenta en medio del gobierno macrista, ¿habrá soñado con la fórmula por la gobernación? Tal vez sólo pudo sospecharlo semanas antes de que se anunciara su nombre y lo que hoy es un hecho la tomó por sorpresa, pero no desprevenida.

En Magario conviven hoy dos personas y dos realidades. Por un lado está la dirigente de buen perfil político, con potencial como candidata y el apoyo intacto de la ahora vicepresidenta electa Cristina Fernández. Pero por otro lado se observa a la hoy vicegobernadora electa que en los últimos tiempos se encandiló con luces de estudios televisivos y comenzó a alejarse de las bases políticas que la depositaron donde hoy está. Esto último se evidencia en palabras de dirigentes propios que, lejos de rechazarla en tiempos en que era resistida, apoyaron su camino y hoy no ven retribuida aquella tarea. De hecho, antes de las PASO muchos de ellos regresaron al ala de Fernando Espinoza.

¿Y desde ahora?

La actual intendenta tiene ahora una decisión política por tomar: alejarse más del peronismo matancero o retomar el camino perdido y reparar las bases resquebrajadas. Y para tomar tal determinación tendrá el privilegio de ser la vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, con el poder que ello puede significar tanto desde el nombre como desde el potencial económico. El peronismo de La Matanza ya le mostró en 2015 que tiene lugar para todos y sólo hizo falta que el conductor del PJ la bendijera para que su persona deje de ser rechazada. Si su construcción territorial terminó acá o no, depende de ella.

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