En la ONG comenzaron a reemplazar las paredes de madera por ladrillos gracias a las donaciones y la solidaridad de los vecinos. Al lugar asisten 80 chicos que reciben almuerzo y merienda. Piden colaboración de voluntarios para ofrecer actividades recreativas.
El comedor “Mamá Celina” se encuentra en el barrio Sarmiento y desde hace tres años ofrece la merienda a unos 80 chicos que además de almuerzo y merienda, son invitados a realizar diversas actividades recreativas. También tienen la oportunidad de recibir apoyo escolar.
En un espacio muy humilde, con paredes de madera y techo de chapa. “En nuestro barrio había un espacio que pertenecía al Mercado Central, donde un día mucha gente lo intentó ocupar para hacer viviendas. Entonces, pensaron en hacer un comedor para refugiarse y darle la merienda a los chicos”, relató Olga Giménez, encargada del comedor sobre los orígenes del espacio comunitario.
En ese sentido, la mujer continuó: “Después de un tiempo, cuando los terrenos no fueron otorgados, el comedor se cerró, aunque muchos chicos seguían yendo a buscar algo para comer. Ahí fue cuando decidí hacerme cargo del lugar que habían abandonado las otras personas y empecé a dar la merienda”.
Olga se hizo cargo del lugar y junto a su familia compraban leche, pan y mermelada para preparar la merienda.
“Luego, me fui acercando a otros comedores como La Esperanza y Felisol y ellos también me ayudaron. Ahora, estoy dentro del Consejo del Menor y la Familia de la Secretaría de Desarrollo Social de La Matanza, desde donde también nos dan una mano”, contó Giménez.
De a poco y gracias a las donaciones de material y el trabajo voluntario de vecinos del barrio, en el Comedor Mamá Celina comenzaron a levantarse las paredes de ladrillo. “Estamos mejorando las condiciones de nuestro espacio. Todo a base de esfuerzo y solidaridad. Todos los que quieran sumarse a dar una mano para seguir construyendo nuestro futuro, son bienvenidos”.
Más allá de lo edilicio, en Mamá Celina necesitan una cocina, ya que la que tienen actualmente, solo cuenta con una hornalla que funciona correctamente, lo que complica la realización de los almuerzos y meriendas. Además, Olga manifestó: “Estamos necesitando consolidar la parte recreativa y de aprendizaje de los chicos: buscamos voluntarios que se sumen a dar apoyo escolar, actividades recreativas y deportes. Nuestra intención es que los chicos y las chicas no estén en la calle, sino en un espacio de contención junto a su familia”.