Su autora es Coca Trillini, escritora de Ramos Mejía que padeció la enfermedad y durante el proceso fue plasmando su experiencia en un diario personal. Si bien esta relatado en primera persona, la obra literaria refleja el sentir quienes atravesaron el tratamiento junto a ella
Dirección de Escape no pretende ser una guía de cómo atravesar el cáncer de mama, mucho menos un libro de autoayuda ni una autobiografía de su autora, Coca Trillini, cuentista de Ramos Mejía que se propuso hacer de esta experiencia una obra literaria.
El título del libro, que fue lanzado en septiembre pero comenzó a recorrer su camino en La Matanza a mediados de noviembre con presentaciones en Ramos Mejía y Virrey del Pino, tiene su origen en una señal de advertencia presente en rutas costeras de Chile, que indica qué dirección tomar para no ser alcanzados por un eventual tsunami.
“La experiencia de atravesar un estado de shock y sentirte vulnerable, de estar todo el tiempo ocupándote de una situación dramática le puede pasar a cualquier persona dentro de una gama muy amplia de situaciones”, explica Trillini. Y es allí donde todos, necesitan una dirección de escape.
En este sentido, la autora aclara que el libro “no está dirigido particularmente al proceso de un tratamiento de cáncer aunque ese sea el hilo conductor”. La obra tuvo su origen en varios cuadernos que cumplieron el rol de un diario personal, que Trillini acumuló durante su tratamiento. Allí, alentada por unas amigas, fue plasmando emociones, sensaciones y palabras que le decía la gente.
Antes de tener el diagnostico, Trillini participaba de un taller literario de Hebe Uhart, reconocida cuentista argentina que falleció el año pasado. “Al momento de tomar nota en esos cuadernos, no lo hacía pensando en que eso se transformaría en un libro”, reconoció la autora.
“Pero cuando terminé todo el proceso y volví al taller, me di cuenta que para mí era muy importante transformar la experiencia que había atravesado en un libro”, continuó la mujer. Al momento de comenzar a trabajar en el proyecto el objetivo estuvo claro: escribir y describir con calidad literaria sin caer en golpes bajos.
“Fue muy trabajoso encontrar el camino correcto de narración y en este sentido debo agradecer a Hebe por su insistencia en encontrar el tono correcto”, destacó. Recuerdos, humor e ironía se fueron entrelazando hasta encontrar la versión que se adecuaba a los deseos de la escritora.
En primera persona la voz de muchas
Trillini fue diagnosticada con cáncer de mama en diciembre de 2004. Durante el 2005 tuvo dos operaciones, además recibió quimio y radioterapia. A partir del 2006 y hasta 2011, continuó con el tratamiento vía oral.
Pero el libro no está dirigido particularmente a personas que atraviesan o atravesaron la enfermedad sino “a todas aquellas que en algún momento han sentido que se les ha movido el piso pudiendo ser temas de salud o situaciones que ingenuamente creen que nunca le van a tocar en la vida”, explicó.
Dirección de Escape comenzó a gestarse en 2007 y terminó de tomar forma en 2011, aunque fue lanzado por la editorial Paraíso en septiembre. Las presentaciones formales de la obra literaria se realizaron en librería Guardia de Ramos Mejía y la Biblioteca Popular Virrey del Pino durante el mes de noviembre.
Según manifestó la autora, su “dirección de escape” fueron esas mujeres a las que la vida puso en sus mismas circunstancias al mismo tiempo y que han tenido la capacidad de estar y acompañar con lo que cada una podía hacer. Junto a ellas, Trillini dio vida a una red de apoyo y contención la cual fue fundamental para la génesis del libro.
“Escribo el libro en primera persona pero se trata en realidad de la experiencia de varias mujeres que han transitado conmigo la enfermedad, algunas de las cuales han fallecido y a quienes les dedico el libro”.
Esta red funcionaba a través de significativos gestos de apoyo y acompañamiento. “Una de ellas, llevaba la agenda de los días en los cuales me aplicaba quimioterapia. Sabía que por 48 horas yo no podía probar bocado, entonces a los dos días me llevaba flan casero de manera que, si podía tragar algo, el postre estaba ahí”, ejemplificó.
Aprender a decir “murió de cáncer”
“Perdió la batalla” o “murió luego de una larga y dolorosa enfermedad” suelen ser los eufemismos utilizados a la hora de contar que una persona falleció tras padecer cáncer. No caer en esos lugares comunes suele ser casi inevitable.
Entonces, ¿qué pasaba en esa red si una de las mujeres no lograba sobrevivir? “Aprendimos a decir se murió y murió de cáncer. Aprendimos a hacer ritos de despedidas, a celebrar esas muertes con sus familias, a conmemorar determinadas fechas de aniversario y demás sin que esto signifique que no sentimos dolor o que no sufrimos”, explicó.
Que la sola mención de la palabra cáncer siga siendo tabú solo causa dolor en quienes conviven con la enfermedad. “Es una sensación muy fuerte para quienes atraviesan o han atravesado enfermedades graves porque podemos ver, percibir en la mirada de los demás, el horror, el miedo, el espanto y la lástima”.
A veces cuesta entender que el otro se quede en el espanto cuando en realidad el espanto lo atraviesa el enfermo”. Esta cuestión también es cultural ya que no hay un proceso de naturalización de la muerte y eso hace muy complicado el hecho de acompañar a quienes se dan cuenta que se están muriendo”.