Reclaman justicia por un joven asesinado en el Centro Cerrado de Virrey del Pino


Federico Salazar tenía 18 años y fue atacado por la espalda mientras tomaba mate en el patio de la Unidad N°56. Fue herido con lo que en la jerga carcelaria se conoce como “arpón” en el corazón y un pulmón. Su familia denuncia que hubo irregularidades y complicidad del sistema penitenciario. Exigen que se inicie una investigación por violencia institucional.

Federico Salazar tenía 18 años. Si bien era de Lomas de Zamora, se encontraba alojado en el Centro Cerrado (Unidad N° 56) de Virrey del Pino, dependiente del Organismo de Niñez y Adolescencia de la Provincia de Buenos Aires. Allí, fue asesinado brutalmente por otro interno, que lo atacó por la espalda con lo que en la jerga carcelaria se conoce como “arpón”: un palo de escoba con una faca de unos 60 centímetros en la punta. El hecho ocurrió el 9 de abril de este año, a las 15.30. Federico había pedido que lo saquen del patio, porque allí se “mezclaban” las poblaciones y temía ser atacado por un joven de otro sector.

Pero su pedido fue denegado. Se sentó a tomar mate con un compañero cuando fue atacado. El puntazo que le propino Eric Leiva, de 24 años, lo hirió en el corazón y un pulmón. Murió desangrado en el lugar. Karina Salazar, tía de la víctima y promotora de Derechos Humanos, fue un poco hacía atrás en el tiempo, para contar cómo su sobrino encontró la muerte en el Centro Cerrado de Virrey del Pino.

“Federico era un chico de barrio, que sufría hostigamiento y bulling por parte de un personaje del mismo barrio. Le pegaba, lo mandaba a comprar droga, hasta lo dejaron en calzoncillos y sin zapatillas en la calle. La mamá siempre intervino. Un día Federico estaba con otro pibe más grande que él, que le recomendó que asustara a su acosador con un arma”, contó la mujer.Según el relato de la tía de la víctima, Federico aceptó el consejo y fue a buscar a su agresor.

Hubo un enfrentamiento entre ambos jóvenes con armas de fuego. “Mi sobrino sólo sufrió una herida de bala superficial, mientras que el otro chico recibió un disparo en el pecho y murió”.Acusado de homicidio, Salazar fue trasladado a un Instituto de Menores del cual se escapó tres veces. En la última oportunidad, Romina, mamá de Federico, entregó a su hijo en el Juzgado N° 2 de Banfield, cuya titular es la jueza Marta Pascual.

La magistrada envió a Federico al Instituto de Menores Almafuerte, ubicado en la ciudad de La Plata. Allí recibió capacitaciones de diferentes oficios y logró cierta estabilidad. Pero en ese lugar, el joven conoció a Eric Iván Leiva, un interno 24 años “que no debía estar ahí, porque ese lugar era para menores”, recordó Karina Salazar, que además añadió: “con él tuvo problemas, porque le quiso robar las zapatillas a mis sobrino”. Luego de permanecer en el Instituto Almafuerte, ambos internos fueron trasladados al Centro Cerrado de Joven Adulto de Virrey del Pino, Unidad 56, en el marco de un programa en el que trabajan en conjunto la Secretaria de Niñez y el servicio penitenciario de la provincia de Buenos Aires.

En enero de 2018, Federico denunció que en el lugar no recibía capacitación alguna y manifestó que quería salir de allí, por las pésimas condiciones de higiene y salud.“Lo que ocurre es que el centro fue cooptado por personal de la Policía bonaerense y echaron a los encargados de dar los talleres y a los operadores terapéuticos”, denunció Karina Salazar. El Centro Cerrado de Virrey del Pino, depende de la Secretaría de Niñez y Adolescencia de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Pilar Molina.

Complicidad

La tarde del 9 de abril, Leiva apareció en el patio con dos cómplices para perpetrar el ataque. Si bien el asesinato de Federico se produjo a las 15.30, la fiscalía tomó conocimiento del hecho a las 21 horas. “Tuvieron un amplio lapso de tiempo para encubrir. No se entiende cómo tenían una faca de 60 centímetros, si desnudan a las familias cuando van a las visitas y si se supone que requisan las celdas”, dijo Salazar. En la misma línea, la tía de la victima agregó: “había cámaras que nadie estaba viendo y que los mismo internos dieron vueltas”. A la familia le informaron lo sucedido a las 23.30, vía telefónica. “Hubo una feroz reyerta en la que Federico fue herido de muerte”, le dijeron al papá de la víctima. El cuerpo de Federico fue entregado a la familia 5 días después del hecho. “No tenía heridas de defensa. Está claro que no hubo ninguna reyerta. Fue un asesinato por la espalda. No tuvo ninguna chance”, aseguró Karina Salazar. Según la mujer, a pesar de haber solicitado numerosas audiencias con el director del penal, hasta el momento no fueron recibidos. De hecho, durante una protesta pacífica que realizaron en las puertas del centro cerrado, fueron agredidos y amedrentados por personal policial. La reconstrucción de lo sucedido esa tarde, la lograron a través del relato del compañero que se encontraba con Federico en el momento del ataque. A lo que sumaron el testimonio de otro interno, que le contó a su mamá lo que había ocurrido durante una visita.

Derecho a reivindicarse

“Ella (por Romina, mamá de Federico) entregó a su hijo a la Justicia para que pague por lo que hizo. Con 18 años tenía toda la vida por delante y el derecho de reivindicarse”, lamentó la tía de la víctima. Junto a la Asociación Gremial de Abogados, con el patrocinio de Laura Taffetani, la familia de Federico Salazar, lucha para iniciar una causa por violencia institucional. “Hacemos responsable a la cúpula del servicio penitenciario bonaerense, a Niñez y Adolescencia a cargo de Pilar Molina por lo que paso. Federico estaba bajo la custodia del Estado provincial”, dijo Karina Salazar. Al momento, los únicos imputados en la causa son los tres jóvenes involucrados en el hecho, acusados de “homicidio agravado por alevosía”. La familia de Federico cuenta con el apoyo de organismos de Derechos Humanos y su caso fue leído en la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Karina tuvo la oportunidad de contar lo que ocurrió con su sobrino con Nora Cortiñas y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. “Creemos que se están cometiendo delitos de Lesa Humanidad. Está superpoblado, no hay talleres de inserción

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