Julio Sequeira nació en 1962 en Villa Luzuriaga y como a tantos varones, la paternidad le cambió la vida, pero a Julio además le dio la posibilidad de descubrir su necesidad de crear, desarrollar sus virtudes como educador y hombre comprometido con las problemáticas de su tierra.
Por Anahí Cao
acao@periodicosic.com.ar
“Terminé la escuela primaria en 1969 y en el año 70 empecé a trabajar en un taller de mecánica automotriz hasta el año 1987. Ese año fui padre y me hice cargo en soledad del cuidado y crianza de mi pequeño. Años después, en el Jardín Municipal Nº 19 de Villa Luzuriaga, donde asistía mi hijo Nahuel, se llevó adelante un taller para que los chicos aprendan a confeccionar juguetes con material de descarte. Desde ese momento descubrí mi capacidad artística que no conocía, y comencé a hacer con estos materiales distintos productos como carrozas, instrumentos musicales y telones, en ese momento descubrí mi vocación”, expresó Sequeira.
Desde ese momento su obra no para de crecer: Cardenales con buches blancos pintados a témpera, cuyo cuerpito es una bombita de luz, lechucitas, con tarritos de Danonino, caballos cuya base es una botella de plástico, papel de diario, cinta y alambre. Un ñandú de tamaño natural, un tigre, una mosca hecha con tapas de desodorante, venados, instrumentos indígenas, máscaras, un tatú carreta.
La obra y el compromiso
Julio Sequeira se dedica no solo a crear, sino que también investiga la fauna y la flora de Matanza y de la República Argentina, en general haciendo hincapié en la problemática de la deforestación y la extinción de algunas especies realizando talleres en las escuelas, en las cárceles, en centros culturales, en organizaciones sociales, en plazas.
“Elijo hacer figuras de animales que están en extinción y converso con los chicos y los adultos sobre la necesidad de proteger el medio ambiente y evitar que se siga degradando (…) hay chicos y grandes que nunca vieron un cardenal, y ni siquiera saben que es un pájaro que vivió en esta zona (La Matanza) (…) yo les digo a los chicos: ven esta bombita no va a ser enterrada en el Ceamse de Catán. Es una idea que les brindo”, explicó Julio.
En el año 2005 ingresó a la ONG “Semillas al viento” de Isidro Casanova que se dedica al cuidado del medio ambiente desde la elaboración de alimentos artesanales, la producción orgánica en huertas comunitarias y la preservación de la flora autóctona. A raíz de esta experiencia toma contacto con Pablo Casanello que le propone llevar adelante talleres de arte con material reciclable con los internos de la Unidad 31 de Florencio Varela.
“En el año 2007 ingresaron a un concurso del Servicio de la Penitenciará Bonaerense, algunos internos que estuvieron en mis clases y uno de ellos ganó el primer premio con un tapir, tatú carreta hecho con material descartable. En la Unidad 19 hicimos un Cristo de 1,50 cm (…) en la cárcel se conoce el trabajo “Tumbero”; los marcos por ejemplo se hacen con madera de cajón tallada a cuchillo. Pude modificar estas prácticas. Una experiencia muy linda me pasó en un Penal haciendo con una compañera un taller de máscaras. La propuesta era mirarse al espejo y tocarse la cara. El trabajo duró tres meses. Yo sentí que se logró un vínculo muy especial entre el interno y su máscara y entre todos nosotros”, recordó Sequeira.
“Desde el año 2006, me invitaron a participar de un Seminario “Arte y Rehabilitación” que dura seis meses y se desarrolla en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo a cargo de la profesora Patricia Braum. Es una experiencia muy enriquecedora”.
Este artista participa activamente de la vida cultural de nuestra localidad acompañando a las organizaciones sociales e instituciones educativas que generan conciencia sobre el cuidado de la vida y de la naturaleza.
En el Centro Cultural “Galpón 3” ubicado al costado de las vías del tren en González Catán, recuperado por los vecinos, ya que se encontraba lleno de ratas y de basura, transformado luego en un espacio, donde se realizan actividades y debates sobre el tema, Julio realizó varias exposiciones de sus criaturas de tamaño natural, y una de ellas, donada por el artista, permanece en el lugar: una enorme ballena de casi dos metros realizada con material de descarte. Personalidades como estas nos animan a seguir insistiendo en nuestra capacidad de pensar y accionar por un mundo justo.
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