La expresidenta no disimuló sus sentimientos para con el distrito y realizó un repaso de cómo estuvo unido a su gestión y la de Néstor. Un territorio que se le cruza en la garganta por el sentir que despertaba en el expresidente.
Cristina podría valorar a La Matanza desde los votos. Decir por ejemplo que en 2007 fueron 266.903 sufragios los que cosechó el Frente Para la Victoria, que en 2011 se superó el 60 por ciento, o que hace apenas poco más de un mes fueron más de 500 mil votos los que acompañaron al Frente de Todos. Sin embargo la expresidenta piensa al distrito desde una imagen, desde un sentimiento, o desde un recuerdo.
El 14 de mayo de 2013 CFK estuvo en la Universidad y dejó una frase que quedó sellada en estas tierras: “Estamos en La Matanza, estamos en el corazón de la Patria”, sintetizó. Cuatro años después el distrito sería el lugar elegido para cerrar una campaña difícil, que terminaría con Mauricio Macri ganando la presidencia, pero no pudiendo quebrar al peronismo local.
Hacía mucho que Cristina no pisaba estas tierras y, como se esperaba, la visita del sábado último no desentonó con un sentimiento recíproco, que se alimenta de uno y otro lado y que promete retomar el camino de crecimiento que quedó trunco en 2015.
El escritor Marcelo Figueras, que acompaña a la expresidenta en cada presentación de su libro Sinceramente, inicia la charla con un paralelismo cuasi cómico: “La Matanza no es cualquier lugar, para los peronistas La Matanza es lo más parecido a Disneylandia que tenemos”, apunta.
Risas de por medio, Cristina habla del distrito como “algo más que un lugar de la política” porque, afirma: “Yo estoy en La Matanza y es como si estuviera con él, es impresionante”. La voz se le quiebra recordando que Néstor Kirchner “amaba venir a La Matanza”, y, para ella, “Néstor es La Matanza”.
Las imágenes entonces se suceden una tras otra; el expresidente en barrios históricamente postergados, caminando las calles de tierra, mezclándose con todos. “Hay fotos icónicas de él acá en La Matanza, la de Villa Palito por ejemplo”, recuerda. Se refiere a la vez en que se anunciaron las obras de urbanización de lo que luego se conocería como el barrio Almafuerte, el primer trabajo de esas características que se realizó en el Distrito. Cristina relata la foto desde el alma: “El tipo va arrastrando una multitud como uno más de la Villa Palito, eso es él”, dice verbalizando en presente, y el cántico recuerda entonces que “Néstor no se murió” porque “vive en el pueblo”. Ella completa: “Yo amo esa foto”.
La expresidenta comienza a recordar que la primera visita realizada por Néstor a este distrito fue el 12 de junio de 2003, también en la Universidad, donde se anunciaron créditos para Pymes y la licitación de las obras para el arroyo Cildañez. “Fue una de las primeras cosas que le pidió Alberto Balestrini”, destaca. También inauguramos con Alberto (Balestrini) y Néstor una planta de osmosis invertida en Virrey del Pino”, agrega.
En apenas un párrafo CFK pone en la mesa la figura del exintendente ya fallecido y del expresidente también fallecido, ambos en escenas que tenían que ver con gestión de gobierno, bajo un proyecto que le daría al distrito un empuje nunca antes encarado.
“Un lugar entrañable”
Cristina viene hacia acá en la historia y se coloca ya como protagonista, aunque prefiere hablar de una vecina de La Matanza. Recuerda la inauguración de una red de agua potable en Virrey del Pino, en 2011, en la casa de María. “En El Calafate tengo una foto en blanco y negro con María, una mujer entrañable que nos recibió en su hogar”, cuenta.
Encadena entonces otro recuerdo porque en esa oportunidad, rememora, Alberto Balestrini y Fernando Espinoza le plantearon la necesidad de construir dos hospitales provinciales más, que se sumarían al ya abierto en González Catán.
“Me fui a la Casa Rosada y pedí que me buscaran partidas en el presupuesto que pudiesen ser reasignadas; había una muy importante porque estaba obsoleto o había que cambiar el Tango 01 -se refiere al avión presidencial-, y se reasignaron esas partidas. Fueron Alberto (Balestrini) y Fernando (Espinoza) y llevaron los planos de los hospitales, el Néstor Kirchner -de Ciudad Evita- y el René Favaloro -de Gregorio de Laferrere-. Este último hospital no fue abierto por el gobierno de María Eugenia Vidal. “Ya viene”, dice Cristina, “con Axel (Kicillof) y Verónica (Magario) ya viene”.
La apertura de cooperativas de trabajo, el inicio de obras de cloacas para cientos de miles de matanceros que carecían de ese servicio, la construcción de viviendas, son algunas de las imágenes que proyecta Cristina para hablar de sus visitas. Recuerda entonces cuando se inauguró una planta de distribución de Coca Cola en el Mercado Central. “Estos la fundieron”, dice, criticando al actual gobierno, y completa: “tenés que ser horrible para fundir Coca Cola”.
La apertura del primer shopping, el de San Justo, y los récords de consumo que se generaron en La Matanza en sus años de gobierno también vienen a cuenta, pero dice que “no fue gracias a una persona, sino a un modelo político y económico”.
Cristina Kirchner regresa a ese lugar íntimo que la une con el distrito, que la lleva y la trae en su historia personal y política, que la conecta a Néstor desde todos los sentidos porque, para ella, “en lo político, en lo personal y en lo afectivo” este es “un lugar entrañable definitivamente, un gran lugar”.