“La poesía es algo conmovedor”

La poesía de Consuelo Fraga expresa una voz que describe, piensa y siente en un complejo entramado de opresiones, angustias, humillaciones y ternura, una voz por momentos reflexiva, y aguda en los detalles.

Por Anahí Cao

acao@periodicosic.com.ar

Un niño torturando una araña para satisfacer el placer de la curiosidad, y una niña que se niega a matar a su lado; un hombre muerto, amante de una madre que se presenta en el velorio -en contra de la voluntad de su familia-, esa madre recordada ahora por su hija que la ve humillada y abatida; las mujeres de los presos en el momento de la visita de una cárcel, una fila de mujeres que desean a sus compañeros sexuales y esperan la orden para poder encontrarse con ellos, es decir, mujeres sexuadas, no expresadas sólo en su condición de madres como es más habitual.

Esta voz poética desarrolla la relación de una hija con una madre que la “atrama” (ama y atrapa), ama y succiona hasta dejarla vacía -símbolo de las opresiones en el patriarcado-, los recuerdos de una infancia pobre y la ceremonia -desde una mirada extrañada- del momento del baño: una niña, una mujer; la poesía como un acto necesario y vital de identidad: “Si uno no va a limpiar la herida, no se sana, si la tapas se pudre más…”.

¿Qué te llevó a visitar cárceles y luego a escribir sobre sobre esto?

Yo soy abogada, cuando era estudiante me uní con algunos compañeros a una asociación,  “La cantora”, que hace talleres y otras actividades buscando dar una palabra a quienes la tienen restringida. Ahí hicimos un taller de alfabetización jurídica, un espacio que permitía el debate y la puesta en común de estrategias y herramientas para defenderse de la situación de estar preso.

Yo, en ese momento, no quería hacer un taller que tuviese que ver con lo jurídico, quería hacer un taller de poesía u otra cosa. Me interesó igual la propuesta  porque tenía que ver con algo que ellos llaman “la inteligencia colectiva” y  un par de cosas que a mí me desafiaban; generalmente estoy más centrada en lo individual, en lo íntimo, y, construir entre varios, estrategias de defensa -no para una causa en particular sino para situaciones que estamos viviendo en común-, eso adentro y afuera es difícil. Creo que de la cárcel se ha dicho mucho y se ha escrito mucho y sigue siendo insuficiente.

¿Cómo fueron tus inicios en  la poesía?

Hoy estoy reconstruyendo ese inicio; estoy viendo cómo se comporta mi mamá con mi hija; me doy cuenta que todo empezó mucho antes de lo que yo creía. Por las rimas que le dice, por cómo le habla; son cosas que yo había olvidado y tuvieron mucho que ver con el gusto por el lenguaje.

Más cerquita entra Claudia Prado, con ella hice taller literario unos cuántos años y fue la que me metió en el desafío de escribir no ya sólo por un gusto sino de asumirlo como un trabajo.

¿Quiénes son tus poetas de cabecera? ¿A quiénes leerías, y a quiénes no?

Diana Bellesi es mi maestra, no solo la leo sino que la leo y la releo, pero me costó. Otra poeta que admiro mucho Circe Maia, leí un poema de ella y me cautivó, luego fui a conocerla. La verdad es que no tengo mucho tiempo, yo si puedo me hago de los libros. Un poeta que marcó un inicio en mí fue Juan de la Cruz. Me hizo llorar y llorar… luego lo retomé y me dio paz, me gustó como explora el amor.

Tenés mucho humor…

Sí, creo que el humor salva de la angustia…

En relación con el mundo femenino desplegado en “Stabat Mater” araña, tejido, abuela, madre… ¿En qué lugar ubicarías lo masculino?

Y… el ausente. En mi caso había que reconciliarse, en mi caso, con esa culpa de ‘por qué el macho no está’, qué hiciste de malo para que se fuera papi..y eso pesado…sin embargo una se reconcilia…

Comentanos un poquito ese poema “Antifugacidad” que a mí me gusta mucho…

Es un poema de amor, de enamoramiento, acabo de enamorarme, habla de la voluntad de permanencia, de quedarse ahí, que no sea una estrella fugaz.

Observamos también que vos hacés referencia a la literatura infantil como aquel poema que

nombra al lobo feroz también al cine, en fin están presente  muchas voces: la voz de la

madre, la voz de la que evoca, de la que piensa…

¿Eso tiene que ver con la idea de la araña, que teje un entramado de voces, y que al mismo tiempo no puede dejar de tejer?

Siento que lo de la polifonía me viene del teatro, tuve varios roles, ese tipo de construcción como un hecho estético me aportó mucho para la poesía, como cada cosa que le pasa a cada uno termina incluyéndose. Eso que me decís de que la “araña no puede dejar de tejer”, y bueno… capaz que no puede… la araña a veces es una obsesión, yo construyo mi identidad con todas esas voces, lo monstruoso es una de ellas.

Lo monstruoso se toca con lo maravilloso también.

Sí, eso que tenemos cuando somos niñas, esa fascinación… hay un poema, el de la pared, en que yo la hago pensar a la araña, un poema que habla de una araña que se da cuenta que están por pintar y se viene la brocha.

Una pregunta de cajón que siempre hacemos y que nos va a conducir un poco a hablar de tu poética: ¿Pensás que hay una sensibilidad femenina o una mirada que nos diferencia de la escritura de los hombres?

Me resulta difícil, pero así y todo hablando en borrador, me parece que las mujeres solemos percibir cosas relacionadas con lo mínimo, con lo espiritual, con lo interno, con lo sensorial y esto, repito, es una gran línea gruesa y no pretende dejar a nadie afuera ni contradecir al varón que en su lado femenino o masculino hace esto mucho mejor que yo; siento que, por ejemplo, en la mirada sobre la cárcel hay un discurso sobre ese espacio que es masculino, inclusive el discurso que pretende denunciar y evidenciar cosas terribles, inclusive el que se ocupa de hablar de las visitas y de las situaciones. Y es diferente, me parece, desecha cosas mínimas.

La charla terminó con una valoración de la poeta con respecto al valor de la poesía afirmando que “la poesía es una bocanada de aire fresco en un día caluroso, una alegría, algo conmovedor, es una desafío de entender algo diferente”.

Publicaciones de Consuelo Fraga

En 2005 publicó la plaqueta «Motos» e integró la antología «Felicidades». En 2007, la editorial Limón, publicó su primer libro, «Eduardo Acevedo 852”. Ese mismo año fue seleccionada para formar parte de la antología «Poetas Argentinas»(1961-1980), editorial el Dock. Su segundo libro «Motos y Reinas»  publicado en el año 2009 por ediciones «En Danza». Posee dos libros inéditos «Cuaderno Rojo» y «Mater Admirabalis”.

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