La Iglesia llamó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a volver al diálogo, durante el sepelio de los cuatro uniformados asesinados por la espalda, mientras que el grupo guerrillero culpó de la matanza al gobierno de Juan Manuel Santos, al asegurar que pudo haber sido evitada.
«Denunciamos ante la opinión nacional y mundial que tal hecho obedeció al afán del presidente Santos y el alto mando militar por impedir su inminente liberación unilateral», replicó el grupo en un comunicado divulgado a través de Internet.
Según las FARC, las muertes fueron producto de una decisión del gobierno de querer «frustrar» una supuesta «gestión humanitaria» que dejaría en libertad a los secuestrados.
Las FARC aseguraron que se había aprobado la entrega de los secuestrados, en un mensaje que se le envió al grupo «Colombianos y colombianas por la paz», que dirige la ex senadora Piedad Córdoba.
«El alud de imputaciones contra nosotros no basta para encubrir la felonía de Juan Manuel Santos», dijo la organización en su comunicado, firmado por el secretariado, su máxima instancia política y militar.
Los féretros con los restos de los uniformados recibieron honores militares sobre la Carrera Séptima, al lado de la Plaza de Bolívar, y hacia la tarde se realizó la ceremonia y el sepelio en su honor en la Catedral, en el centro de Bogotá.
Al oficio religioso concurrió el presidente Juan Manuel Santos, los familiares, toda la cúpula militar y el gabinete ministerial, entre otros asistentes, reseña del diario El Tiempo.
«Nos hemos equivocado. Guerrilleros, ese no es el camino. Por ahí no llegamos a la paz», dijo monseñor Gutiérrez Pabón durante la homilía. Y agregó: «Oigamos las palabras de conciliación que nos hace el gobierno. Sentémonos de nuevo a conversar, pongámonos de acuerdo en los mínimos».
Además, pidió que las FARC entreguen, sanos y salvos, a todos los secuestrados que aún tienen en su poder.
«En Colombia hay café para todos, hay pan para todos, vengan a disfrutar de este país», resaltó Gutiérrez Pabón.
Por otro lado, durante el servicio religioso, la Conferencia Episcopal Colombiana divulgó un comunicado en el que repudió el crimen y lamentó que la vida de José Libio Martínez, Edgar Yesid Duarte, Alvaro Moreno y Elkin Hernández Rivas fuera «segada de forma inmisericorde».
«La Conferencia Episcopal Colombiana lamenta y rechaza el asesinato cometido por la guerrilla de las FARC de cuatro miembros de la Fuerza Pública secuestrados durante largos años en hechos de profunda inhumanidad», señala el comunicado leído en la Catedral Primada de Bogotá.
En el mismo, la Iglesia manifestó su «solidaridad con las familias que han sido víctimas de tan graves atropellos e invitó a los colombianos «a no perder la esperanza» y a «mirar hacia el futuro».
En paralelo, se conocieron los peritajes del Instituto de Medicina Legal a los uniformados secuestrados y en tal sentido se confirmó la presencia de tiros por la espalda a menos de un metro y medio de distancia y de disparos de gracia en la cabeza.
Todos tenían impactos de fusil en la parte posterior del torso. Además, en tres de las víctimas había disparos de gracia, en la cabeza, lo que indica que fueron rematados.
En los cuerpos se encontraron rastros de pólvora, lo que demuestra que los disparos fueron hechos a menos de un metro y medio de distancia.
De esta manera se puso fin a una vigilia que las familias mantuvieron desde el domingo por la noche, con el traslado de los despojos a la Capital, a la que horas antes había arribado el único sobreviviente de la matanza, el policía Luis Alberto Erazo.
Los cadáveres estuvieron en manos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que conformó un equipo de veinte expertos para las tareas de necropsia, que tomaron más tiempo de lo normal.
El director de la entidad estatal, Carlos Eduardo Valdés, había advertido previamente de lo dispendioso de este procedimiento, necesario para determinar en detalle la manera y la causa de los decesos, y establecer la identificación plena de los rehenes.
Un esfuerzo para que «estos hechos sean aclarados y se conozca la verdad», apuntó entonces el médico Valdés, cuyo despacho tuvo a cargo la entrega de los cadáveres de las víctimas, tres policías y un militar.
La esposa del coronel Duarte, Susy Abitbol, consideró que su marido fue asesinado por las cadenas y el dolor de estar secuestrado por tantos años, sin que se hubiera hecho algo por parte del gobierno para liberarlos, consigna rcnradio.com.
Recordó que su esposo siempre manifestó que un rescate a sangre y fuego de los secuestrados por la guerrilla de las Farc era como una sentencia a muerte.
Johan Steven Martínez, hijo de José Libio Martínez, le pidió a las FARC abandonar las armas que mataron a su padre.
A pesar del dolor, Steven le envió un mensaje de fortaleza a quienes aún se encuentran secuestrados en las selvas de Colombia.
«Muchachos, sigan adelante que desde acá yo y muchos colombianos de buen corazón vamos a orarle a papito Dios para que los proteja y los bendiga y pronto vuelvan a casa, muchos colombianos los estamos esperando. A las FARC les digo que todo esto se lo dejo en manos de papito Dios, va a ser justicia, alto a esta guerra, por favor paren con esas armas que han acabado con la vida de mi padre que tanto amaba», finalizó.