Ante la oportunidad de mantener el poder, el peronismo local pide volver a las fuentes

Ninguna fuerza se presenta capaz de derrotar al actual gobierno. Pero puertas adentro la interna es real y todos reclaman mayor protagonismo. La idea de un gabinete local como primera medida y la necesidad de una renovación real en la estructura de las primeras y segundas líneas.

Por Claudio Kappeler

Mucha era la expectativa que había en 2015 sobre lo que sería el gabinete municipal designado por la recientemente electa intendenta Verónica Magario. El final del gobierno de Fernando Espinoza abría las esperanzas de una, como mínimo moderada, renovación del “plantel”.

Dirigentes y referentes que no habían tenido tanto protagonismo con su antecesor se frotaban las manos esperando ser parte del nuevo municipio. Todos de gala en la plaza central de San Justo esperaban la llegada de la nueva jefa comunal que recibiría el mando, como ya es costumbre, en las escalinatas de la catedral.

Aquella tarde se vieron rostros que no eran habitúes de estos pagos, en su mayoría exfuncionarios del gobierno provincial de Daniel Scioli. Entonces, Magario anunció lo que por esas horas sería un revoltijo de rumores y broncas: el gabinete local estaría formado, en amplio porcentaje, por apellidos que nada tenían que ver con la vida política matancera.

Alejandro “Topo” Rodríguez, el exministro de Asuntos Agrario de Daniel Scioli, asumió como jefe de Gabinete municipal; el exviceministro de Economía de la Nación, Roberto Feletti, se convirtió en el nuevo secretario de Economía y Hacienda; Alejandro Collia asumió como secretario de Salud Pública luego de ser Ministro del área en la provincia de Buenos Aires; la exministra de Educación Silvina Gvirtz se hizo cargo de la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas; mientras que la exministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi, quedó al mando de la Secretaría de Producción.

El peronismo oficialista de La Matanza es desde entonces una especie de aljibe de agua que a muchos sabe mal, en medio del desierto. Es que el triunfo de Cambiemos a nivel nacional y provincial dejó al distrito sin posibilidades de maniobras bruscas, entonces los dirigentes decidieron quedarse donde estaban, tragar los sapos de hubiese que tragar, y poner todas las fichas en un posible cambio de esquema después de las elecciones de 2019.

En todo este tiempo, las modificaciones que Verónica Magario hizo en el Gabinete fueron pocas. En agosto último cambió la estructura de la Secretaría de Espacio y Servicios Públicos, presidida por Mario Barresi, y nombró como subsecretario del área a Jorge “Coco” Gómez. En tanto que la exconcejal Ana de Valle pasó a la Subsecretaría de Alumbrado Público, Higiene Urbana y Mantenimiento de Espacios Verdes, creada por decreto.

Ese mismo mes, fusionó la jefatura de Gabinete y el área de Protección Ciudadana. A cargo del flamante organismo quedó Alejandro “Topo” Rodríguez. También se designó como jefe de asesores de la Jefatura de Gabinete a Luis Rolando Lata.
En el mismo acto, y dentro de la órbita de la Jefatura de Gabinete y Protección Ciudadana, Magario dio a conocer la creación de la Subsecretaría Legal y Técnica de Protección Ciudadana, a cargo de Omar Lacoste.

La intendenta creó la Subsecretaría de Derechos Humanos local encabezada por Amira Curi y se ratificó a Miguel Rocha como director de esa cartera. Dentro de la Subsecretaría de Derechos Humanos se designó a un equipo de coordinadores para realizar distintas tareas dentro de la dependencia. Fueron nombrados para ese objetivo: Jorge Tomas Medina, Juan Manuel Quinodoz, Carlos Cuevas, Melisa Fernández, Juan Cruz Marín, Salomé González Curioni, Damián Capola y Mayra Profili.

En abril último, en un cambio forzado por la salida de Alejandro “Topo” Rodríguez, la intendenta nombró como nuevo jefe de Gabinete Municipal a Luis Lata.

En estos casi cuatro años de mandato, hubo sólo algunas pocas designaciones más a las ya mencionadas, pero ninguna significó un movimiento brusco en el armado de la estructura municipal.

Muchos referentes de la política matancera se quedaron esperando su turno en el Gobierno local y si no partieron hacia otros rumbos fue por dos motivos: el distrito no muestra alternativas de posible poder real y un país gobernado por Mauricio Macri obligó a todo el arco justicialista a unirse en una única idea: recuperar los gobiernos nacional y provincial.

¿Significa esto que el agua está calma dentro del peronismo matancero?: no, en absoluto. Puertas adentro se sabe que hay codazos, empujones y hasta insultos en una estructura de poder que ya lleva 20 años.

El Consejo de Partido del peronismo dio una muestra de tal expresión hace sólo algunas semanas cuando el dirigente Marcelo López organizó un encuentro de mujeres y la referente de ese espacio, la diputada Marisa Guerín, pegó el portazo luego de varios gritos. Días después la cosa se tranquilizó.

Otro ejemplo lo pone el veterano concejal Ricardo Rolleri, el hombre que cuando se sienta con Verónica Magario cuenta las enfermedades que padece el Concejo Deliberante -inventadas por él mismo- y le ofrece las vacunas para desterrarlas. Rolleri es uno de los eslabones que, muchos creen, hay que cambiar.

La diputada provincial María Laura Ramírez recorriendo los barrios con un manual sobre cómo criticar a Verónica Magario es también parte del nuevo folklore local.

Todo bajo el paraguas de la supuesta pelea interna entre la jefa comunal y su antecesor, el diputado nacional Fernando Espinoza. Raro es que los dos actores principales de la política de La Matanza estén inmersos en una pelea callejera mientras hacia afuera se brega por la unidad del peronismo poniendo como único objetivo el triunfo en las elecciones de este año.

Parece entonces necesaria una bajada de línea clara y transparente sobre lo que se teje hacia arriba. Y aún más necesaria una contención real de todos los actores. A lo largo de dos décadas, tanto Espinoza como Magario supieron mantener lo logrado por Alberto Balestrini en 1999. Esta antesala de una nueva elección no parece poner en riesgo el poder que ostentan en el distrito, aunque está claro que el gabinete municipal deberá ser reestructurado en diciembre próximo -sea cual sea el resultado nacional- y el abanico de posibilidades deberá abrirse para todos quienes vienen sosteniendo el proyecto del oficialismo. De no ser así, el fantasma de lo que le ocurrió a Alberto Pierri en 1999 se va a colar en los pasillos de la calle Almafuerte.

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