Espinoza va por su cuarto mandato como intendente y esta vez sin viento a favor


Fue el gran triunfador de La Matanza en las PASO y ahora se prepara para revalidarlo en octubre. A cargo del municipio por cuarta vez, el hoy diputado podría tener a los gobiernos nacional y provincial a favor pero recibirá el distrito en medio de una fuerte crisis social. Cuáles son los puntos débiles que deberá atender.

La sensación es que el peronismo oficialista de La Matanza compite contra sí mismo en cada elección. Sin rival que lo pueda enfrentar seriamente, gobierna el distrito desde 1999 con una contundencia que revalida cada dos años. Es en este marco que desde diciembre próximo -de no mediar ningún milagro electoral a favor de otros-, Fernando Espinoza será por cuarta vez el intendente.

Fueron 472 987 votos a su favor como precandidato a intendente, un 64,38 por ciento, sacándole una ventaja de más de 40 puntos a su inmediato competidor, el macrista Alejandro Finocchiaro. En las PASO, los únicos sectores que llegaron al piso de votos necesarios para poder competir en octubre fueron el Frente de Todos, Juntos por el Cambio (21,87 %), Consenso Federal (6,26 %), Frente de Izquierda y de Trabajadores – Unidad (4,16 %) y el Frente NOS (1,9 %).

Espinoza tiene entonces un panorama más que propicio para repetir un resultado que arrasó con cualquier pronóstico opositor y no hizo más que confirmar lo que se olía en las calles matanceras en los últimos meses.

Allá por 2005, el hoy diputado nacional era concejal cuando Alberto Balestrini lo designó como sucesor de un proyecto que sería más amplio de lo esperado. Fueron dos años de sucederlo hasta que en 2007 el voto popular lo confirmó en ese cargo. Después de aquel mandato y medio, fue reelecto en 2011 con más del 50 % de los votos para iniciar su tercer ciclo. Hoy Espinoza está a un paso de ingresar en su cuarto período, aunque con una economía completamente distinta.

El 2005 no era la panacea pero las cosas se comenzaban a acomodar con Néstor Kirchner en la presidencia. Ya en 2007 el camino se hizo ancho, comenzaron a llegar a La Matanza paquetes de obra pública adeudados durante décadas y la estabilidad socioeconómica permitió un gobierno municipal holgado. Desde 2011 hasta 2015 Espinoza gobernó el distrito casi con el envión que traía desde la gestión anterior.

Hace cuatro años asumió en el cargo Verónica Magario y, al igual que Alberto Balestrini en la debacle del 2000, debió surfear aguas bravas. No sólo tuvo en contra a los gobierno de la Nación y la Provincia con Mauricio Macri y María Eugenia Vidal ahogando al distrito, sino que la crisis social que se profundizó en los últimos dos años la encontró debiendo contener a las zonas más pobres de La Matanza, donde el trueque, el merendero y el comedor comunitario volvieron a formar parte del vocabulario diario.

Eso es lo que recibirá Fernando Espinoza el próximo 10 de diciembre, un distrito resquebrajado, con grietas por doquier, un territorio que deberá ser puesto en marcha nuevamente.

Claro que en este sentido el jefe comunal dependerá de lo que puedan hacer los gobiernos de Alberto Fernández y Axel Kicillof, en caso de que ambos ganen en octubre. En tanto, el plano municipal estará en sus manos, siendo hora de atender algunos puntos que ya no pueden esperar: el asfalto que falta en muchos barrios, la red de cloacas que todavía sigue siendo escasa, el agua potable para las zonas más postergadas, una solución real para el problema de la basura con cierre definitivo de un Ceamse que sigue contaminando González Catán, además de la ejecución de obras provinciales que eviten inundaciones y obras nacionales que permitan continuar con la urbanización de villas y asentamientos.

La tarea para el futuro intendente no será fácil y no debería tomarse como tal. Espinoza tiene la oportunidad de acrecentar su figura en el distrito desde la acción pública sin necesidad de seguir apareciendo frente a cámara en una estrategia comunicacional que, hasta ahora, no le generó ningún resultado distinto.

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