La entidad de González Catán que trabaja con jóvenes en riesgo de exclusión realizó tareas de limpieza y arreglos de juegos en plazas. Además colaboraron con la ONG Zondita. El objetivo es continuar trabajando en la zona para lograr una mejor calidad de vida para sus habitantes.
Las últimas vacaciones de invierno tuvieron algo diferente para los chicos que concurren a Casa Joven Lasalle, institución perteneciente a la Fundación Amstrong y al Colegio Lasalle de González Catán. Ellos pusieron manos a la obra en diversas actividades solidarias que llevaron a cabo en el barrio Los Ceibos, ubicado a la altura del kilómetro 34 de la Ruta 3.
A Casa Joven concurren unos 50 chicos de entre 13 y 23 años a diario, divididos en dos turnos, mañana y tarde. “La gran mayoría proviene del barrio Los Ceibos de Catán, y por eso los educadores del centro, realizaron un relevamiento en la zona para conocer las necesidades del lugar y sus habitantes”, contó Miriam Leites, coordinadora de la entidad sobre el inicio del proyecto solidario.
En ese sentido, Lites agregó: “Los educadores conversaron con los vecinos y se encontraron con testimonios que hablaban de abandono, de problemas de adicciones en los jóvenes, con un ‘acá no entra nadie’, por eso se comenzó a trabajar en la zona para llegar a un entramado de acciones que nos permita actuar”.
El primer paso fue organizar durante las vacaciones de invierno una colonia de vacaciones que se llevó a cabo en una plaza, en la que además pintaron y repararon juegos y colocaron tachos de basura.
Además de los chicos de Casa Joven, en las actividades participaron miembros de la Fundación Amstrong de España. “Nuestro objetivo es lograr interactuar con las escuelas, referentes barriales y entidades para lograr una mejor calidad de vida para los habitantes de la zona y ayudar a que los jóvenes no tomen el camino equivocado”, señaló Leites.
A la institución llegan chicos en situación de conflicto con la Justicia, derivados de un Centro de Referencia. Otros llegan a través de la escuela y otros por el “boca en boca”, si bien el lugar trabaja con jóvenes que atraviesan problemas de adicción, Miriam Leites aclara: “No somos un centro de rehabilitación”.
La coordinadora de Casa Joven Lasalle Catán, que se creó hace nueve años, manifestó que a la entidad llegan “pibes muy lastimados”, que por sus condiciones de vida atraviesan diversas problemáticas que los pone en riesgo.
Casa Joven Lasalle es definido como un “centro de educación no formal”, que tiene como objetivo que aquellos que llegan a la institución pueda insertarse en la sociedad “como sujeto político, como ciudadano, desde una fuerte pertenencia, participación y ejercicio pleno de sus derechos y obligaciones”.
Problemas de grandes, en chicos
El difícil contexto social y la falta de contención, que es una realidad en los barrios más humildes, han provocado en los últimos años un fenómeno preocupante. “Antes llegaban chicos de 18 años en adelante… ahora llegan pibes con 13 años que requieren atención urgente, porque están en riesgo de exclusión”, cuentan desde Casa Joven.
La institución es compuesta por coordinadores y educadores, que ofrecen contención, orientación y una amplia gama de talleres de formación. Sus profesiones varían y entre los coordinadores hay profesores de filosofía, literatura y licenciados en educación, mientras que entre los educadores hay un psicólogo, una trabajadora social, electricistas, carpinteros y estudiantes. También hay articulación con el Consejo Consultivo Joven de La Matanza.
Los chicos que concurren a Casa Joven realizan talleres de carpintería, electricidad, reparación de PC, de danza contemporánea, panadería y también hay espacios destinados al arte. “El arte es una hermosa forma de canalizar, por eso, no solo es importante el hacer con las manos, sino también expresar con el arte”, reflexionó Miriam Leites.
La importancia de tener una casa
“Porque más allá del ambiente físico donde funciona, que es una casa, ésta representa la primera socialización que significa pertenencia, contención, punto de referencia y de partida, desde el nacimiento y la primera infancia (en la mayoría de estos jóvenes socialización coartada o anulada) es la que permanece durante toda la vida a toda persona en su esencia social y la necesidad de espacio-territorio propio”, se explica desde la Fundación Amstrong.
En ese sentido, Leites manifestó: “La casa es parte del proceso de socialización y ésta es esa casa, en la que se conversa, se prepara el almuerzo, se les pregunta cómo están, el hecho de sentirse alojados, genera una transformación”.
Para la coordinadora de Casa Joven Lasalle, esa transformación es “impresionante”. Los chicos que llegan con conflictos graves a nivel personal, familiar, social y hasta con la justicia, comienzan a retomar el camino. “Acá llegan jóvenes con vidas muy duras, cerrados porque no quieren que los lastimen más, con miedo a acercarse, pero una vez que se empieza a trabajar la transformación es increíble y son ellos los que vuelven al barrio de otra manera, para ayudar a otros jóvenes”.