El edil del bloque Sentimiento Peronista en el Honorable Concejo Deliberante de La Matanza, Ariel Martínez, recibió la buena noticia que marca el principio del fin de una larga etapa en la que luchó contra un sistema altamente burocrático para alcanzar la adopción de su hijo Nico.
Si bien, los concejales son noticia a nivel local por las polémicas políticas del Distrito y por el accionar (o no) del cuerpo deliberativo, este caso es particular. Más allá de que se trate de una noticia perteneciente al ámbito personal del edil, se refleja, en el camino de Martínez, la lucha de tantas parejas que buscan, casi desesperadamente, adoptar un hijo para darle todo su amor, no sin antes atravesar la dura y fría selva burocrática que garantice el futuro del niño en cuestión.
La historia de Nico
Ariel Martínez recibió al Periódico S!C en su oficina de la calle Salta de San Justo y relató su historia junto a Nico, el pequeño adoptado. “Hace casi seis años que apareció. Natalia (su esposa) era psicóloga de un hogar cristiano que atendía a chicos de la calle en Castelar y allí llegó Nico cuando tenía solo cinco meses”, comenzó Martínez. El bebé había sido retirado de la familia biológica por decisión de la Justicia y dicho hogar fue el destino provisorio que se le asignó. “Estaba en muy malas condiciones de salud”, recordó el edil.
En relación al primer contacto con Nico, el concejal relató: “Había un casamiento de dos personas del hogar y no sabían con quién dejarlo y nos piden si lo podemos tener un fin de semana, entonces vino Natalia, me preguntó y le digo que sí”. “A las cinco de la mañana sentí unas pataditas en la cama, prendo la luz, me mira y se ríe”, confesó Martínez y agregó: “hizo una sonrisa tan especial que me llegó”.
“Al otro día, tomando mate, le pregunto a Natalia cuál va a ser el destino de este chico, y me responde que iba a ser incierto, entonces empezamos a visitarlo periódicamente en el hogar y nos dijimos: qué te parece si lo peleamos”, esgrimió.
Así, Martínez y su esposa comenzaron a gestionar los trámites para alcanzar la guarda y posterior adopción del niño. “Al año, nos dan la guarda provisoria y lo llevamos a casa”, contó.
El espinoso camino de la justicia
No fue para nada sencillo transitar el sendero legal para lograr que los papeles garanticen que el futuro de Nico sería junto a la familia Martínez. El concejal lo sintetizó: “Fue un camino muy espinoso, el amor hacia Nico fue más fuerte que todo, pero es una burocracia terrible”.
Sin embargo, el edil contó que “en base a esto, me encontré con un montón de matrimonios que tenían problemas” y así tomó la verdadera dimensión de las dificultades que atraviesan las diferentes familias que emprenden el viaje hacia la adopción. “El miedo era que vengan y te lo saquen, porque la Justicia te decía, vamos a ver”, reconoció.
Tras seis años, llegó la guarda definitiva
El pasado 12 de julio, la Justicia les informó a Ariel y a Natalia que les fue otorgada la guarda definitiva con derecho de adopción de Nico. “Es una alegría y una sensación que tocás el cielo con las manos, porque es muy duro el camino”, confió el edil y sentenció: “No se compara con nada”. El niño, una vez que tomó conocimiento de la buena nueva “nos abrazo, nos dio un beso y se rió mucho más”. Martínez contó que la preocupación del niño era principalmente que no llevaba su apellido y él mismo corregía en la escuela a quienes lo nombraban por su identificación de nacimiento. “Él le dijo al profesor de gimnasia: No, yo soy Nicolás Martínez”, ejemplificó el concejal.
El camino legal que resta es la realización del trámite de la partida de nacimiento para, posteriormente, alcanzar el nuevo DNI del niño que se llamará, Nicolás Ariel Martínez Sánchez.
El caso de Ariel Martínez es el reflejo de miles de familias que encuentran sus sueños enredados en la burocracia de un sistema obsoleto de adopción que posterga durante muchos años que el amor de un hogar sea pleno y amparado por un papel que garantice un futuro de unidad.