“Se encargaron de destruir la posibilidad de seguir trabajando de las cooperativas y PyMEs”


Así lo señalaron desde la cooperativa nacida en plena crisis del año 2001, la planta fabricadora de ladrillos llegó a su fin de manera definitiva. A la imposibilidad de producir por los altos costos de los servicios de luz y gas, se le suma la orden judicial de rematar el inmueble en el que funcionaba.

La cooperativa El Palmar no volverá a producir ladrillos y el inmueble en el que funcionaba será rematado. “Se encargaron de destruir la posibilidad de seguir trabajando de las cooperativas y pymes”, lamentó Ana María Iriza, trabajadora del lugar. La caída de la fábrica recuperada en plena crisis del año 2001, tiene dos componentes distintos, por un lado la imposibilidad de producir por los altos costos de los servicios de luz y gas y por otro, la quiebra de la firma que sigue su curso en la Justicia. Una vez presentada la quiebra por parte de la fábrica de ladrillos Palmar S.A. se gestionó que los trabajadores puedan seguir en la actividad de manera autogestiva, aunque el proceso de quiebra continuó vigente durante todos estos años. Cada cinco años, se renovaba un pedido de expropiación que garantizaba que la cooperativa siga funcionando por ese periodo de tiempo. La última solicitud de expropiación se presento en 2015, pero no quedo firme. “En 2016, con el cambio de gobierno, se dificultó mucho que se apruebe la expropiación de las fabricas recuperadas”, contó Ana María Iriza. Hasta ese momento, la cooperativa estaba de pie. Trabajaba y producía, no a gran escala, pero era suficiente para cumplir con las obligaciones: compra de materia prima, abonar sueldos, cubrir los gastos la obra social y de la aseguradora de riesgo de trabajo. Pero la situación comenzó a complicarse con los tarifazos en los servicios de luz y gas en el año 2017.

“Durante un tiempo estuvimos bajo el amparo judicial que presentó Verónica Magario y eso nos permitió seguir trabajando un poco”. Una vez que el amparo dejo de tener vigencia, las empresas exigían el pago de la deuda que se había acumulado con el precio vigente en ese momento. La factura de luz ascendió a los 3 millones de pesos. En el caso del servicio de gas, el monto fue similar. “Por un tiempo gestionamos ante el Ministerio de Energía, poder hacer pagos parciales para que no se corte el suministro, pero esa posibilidad duró poco. A partir de ese momento no se pudo seguir más. Habían aumentado los insumos y mientras la actividad de la cooperativa caía, el proceso de quiebra continuó su curso. Son dos situaciones diferentes, que se unifican en un contexto muy complicado”, explicó Iriza. Según explicó la mujer, la expropiación de la fábrica implicaría que el Estado se haga cargo de la deuda de la fábrica y cedería el inmueble a los cooperativistas. Pero con la venta a través del remate, el Estado pasará a cobrar la deuda que la firma El Palmar S.A contrajo hasta el año en que presentó la quiebra.

Reinventar el trabajo

“Si la fábrica seguía produciendo, seguramente la quiebra no hubiera avanzado tan rápido en el último período” aseguró Ana María, quien además contó que “los compañeros de la fábrica no se quedaron con los brazos cruzados. Como no podían hacer más ladrillos, pusieron un lavadero de autos, un estacionamiento y una parrilla. Siempre se reinventaron”. La cooperativa está compuesta por unas 60 familias y sólo a manera de paliativo, desde la cooperativa se gestionó que la mayoría de los trabajadores cobrara el salario social complementario. Es sólo una ayuda que lógicamente no les permite vivir de esa dinero, pero sirve para no quedar desamparados”. “Pero esta situación no parece interesar y hace unas semanas se nos notificó la fecha de subasta”, lamentó Iriza. La misma se llevó a cabo en el Salón de Remates del Poder Judicial, en CABA, con una base de 1.900.000 dólares. “No se remató, porque no hubo ofertante”, contó la trabajadora. “Mientras tanto, seguimos buscándole la vuelta”, contó Iriza. Pero lo más preocupante para los miembros de la cooperativa es que “no hay trabajo en otro lado para los compañeros. Muchos son grandes, algunos ya jubilados que si se van de este lugar no tienen adónde ir, más aún en un contexto en el que es muy difícil conseguir empleo”. Una de las “vueltas” para generar ingresos que encontraron en la fábrica recuperada, fue alquilar parte de las instalaciones a una recicladora. Allí trabajan unas 30 personas. En tanto, la definición judicial sobre los que sucederá con el espacio físico de la cooperativa es definitiva. “Tenemos que ver cómo podemos articular con las personas que compren esto, para que los compañeros conserven parte del espacio y puedan desarrollar alguna actividad. La producción de ladrillos está terminada”,remarcó la trabajadora.

ESTO ES PEOR QUE EL 2001

“No hay similitudes con el 2001. Estamos mucho peor, lamentablemente”, sentenció Iriza, al tiempo que diferenció: “en la crisis de 2001, el espíritu de los compañeros de las cooperativas era de lucha, de resistencia. Hoy no hay esperanzas, más allá de que pongan toda la voluntad para reinventar el trabajo”. En la cooperativa El Palmar, que trabaja en conjunto con el Movimiento Evita, se desarrollan el programa de finalización de estudios secundarios, FINES, también se está construyendo un espacio de la primera infancia y llevan adelante otros programas sociales. “Irse de acá genera mucha frustración, impotencia y dolor. Además, reconstruir todo lo que hacemos sería imposible en lo inmediato”, lamentó Ana María. Necesitamos que haya un cambio de política económica y que las cooperativas puedan reorganizarse. Pero si no hay una decisión nacional, es muy difícil. Este gobierno debería mirar a la gente que tiene derecho a tener un trabajo digno.

 

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