Se trata de jóvenes que se unieron para ayudar de “alguna manera”, en medio de la creciente crisis social y económica que golpea cada vez más a las clases populares. Semanalmente, alrededor de 60 personas en cada punto de encuentro, se acercan a buscar un plato de comida. Preocupa el aumento de la demanda y la necesidad de expandirse.
Sinn más que la ganas de ayudar, un grupo de jóvenes de distintos puntos del conurbano bonaerense se pusieron al hombro un proyecto solidario que tiene como objetivo poner al alcance de personas en situación de calle y vulnerabilidad un plato de comida. “Manos a la olla” es el nombre que se dio este grupo de voluntarios que desde hace dos años cocina para alrededor de 60 personas en Ramos Mejía. Fue a partir de un grupo de whatsapp que el proyecto se fue gestando.
“Allí se hacía catarsis por la situación que se estaba viviendo. Hasta que surgió la idea de hacer algo y pasar del ‘decir’ al hacer’”, contó Florencia Daino, quien junto a su novio forman parte de la iniciativa. La primera “olla” se realizó el 16 de agosto de 2016. En esa oportunidad asistieron personas que ya se acercaban a recibir un plato de comida por parte de otro grupo de jóvenes que también brindaba asistencia alimentaria a quienes lo necesitaban. La cita es todos los miércoles a las 21.00 en la intersección de Avenida de Mayo y Avenida Rivadavia. Cada semana, alrededor de 60 personas se acercan, no sólo a recibir a un plato de comida.
“En nuestros espacios la gente va, está dos horas, come, se llena la panza, te cuentan los que le pasó en la semana, nosotros les contamos a ellos los que nos pasó a nosotros. En ese ratito se cubren muchas deficiencias”, manifestó Florencia. Las historias que llegan a los oídos de los voluntarios se repiten. Familias que no pueden hacerle frente a la crisis. La falta de trabajo es una constante. “También hay muchas personas que nos cuentan que antes hacían changas y ahora no consiguen. Pasan semanas sin que les llegue un trabajito”, relató Daino.Con un preocupante aumento en la necesidad de alimentos en los sectores más vulnerables, “Manos a la Olla” agregó un punto de encuentro en la localidad de San Justo, en el comienzo de la peatonal, en el cruce de las calles Ignacio Arieta y Comisionado Indart, los días jueves a las 21.00. “En San Justo hay más gente que en Ramos”, advirtió Daino, que además contó en este punto de “Manos” se agregó un perchero comunitario, que viene de la mano de “Maravillas Solidarias”, otra iniciativa solidaria que se dedica a colaborar con distintas entidades. “En el caso del perchero solidario, podemos llevarlo a cabo en San Justo por una cuestión de espacio. Al ser peatonal hay bancos y es más cómodo. En el caso de Ramos Mejia, el punto de encuentro es el pequeño triángulo que se forma en Avenida de Mayo y Rivadavia, por lo cual no es posible aún, agregar la opción de poner al alcance de las personas que se acercan, algo de vestimenta. Todo lo necesario para poder realizar “las ollas”, se consigue a través de solidaridad de la comunidad.
Desde los alimentos, los más básicos son arroz, fideos y enlatados hasta los platos y cubiertos descartables. “Siempre estamos tratando de conseguir donaciones. Nos ayuda mucho la página de facebook, y contamos con la ayuda de grupos de scout que hacen colectas y nos dan los alimentos. Además recibimos colaboración de particulares, conocidos. El boca en boca también suma mucho”, explicó la joven.
En el caso de los cocineros, son voluntarios que se suman a la iniciativa. “Alrededor del 20 de cada mes, se publican las fechas de cada olla. Y allí se anotan los cocineros. Al principio nos costaba conseguir, pero ahora si alguno llega 5 minutos tarde, no tiene lugar para cocinar”, contó Florencia.Cada voluntario dispuesto a preparar los alimentos, recibe fideos, arroz y productos enlatados. La idea que el cocinero viva en la zona, para que la comida llegue caliente a los puntos de encuentro. Además, cada cocinero puede darle su toque a la comida, agregarle algo, carne, pollo o lo que tenga a su alcance. El proyecto cuenta con un grupo fijo de voluntarios que se distribuyen para llevar los alimentos a los cocineros, ir a buscar donaciones y brindar charlas de difusión. En total son 25 personas, mientras que los cocineros van rotando.
La triste necesidad de expandirse
“En San Justo arrancamos de cero. El primer día se acercaron diez personas. Hoy son más de 60. Te das cuenta que hay mucha necesidad. Lo que más duele y preocupa es ver a familias con muchos chicos”, contó la joven voluntaria.Ante el crecimiento de la iniciativa y la necesidad alimentaria de los sectores que más sienten el impacto de la crisis económica, en “Manos a la Olla” evalúan la posibilidad de extenderse. “Nosotros arrancamos con un punto y para que funcione necesitamos tener un número fijo de voluntarios”, explicó Daino. En la misma línea, Florencia añadió: “por ahora nos mantenemos con estos dos puntos, los cuales los cubrimos bien, damos todo lo que podemos. Llevamos té, mate cocido, la comida, jugos, algún postre. Siempre hay algo. Si más adelante se puede, se agregarán nuevas ollas”.Que el proyecto crezca y necesite expandirse tiene directamente que ver con la creciente necesidad alimentaria de la población. “Nos alegra poder llevar adelante esta idea, pero sabemos que si podemos hacerlo, es porque la cosa no está bien”, lamentó Florencia. Con la apertura de la segunda olla, las sensaciones en el grupo de voluntarios fueron contradictorias. “Nos pusimos re contentos, porque podemos ayudar a mucha gente.La necesidad está y crece y estaremos ahí tratando de responder”, expresó Daino.