El fenómeno natural ocurrido el pasado 4 de abril destrozó techos, paredes, derribó árboles, postes, rompió vidrios, privó a miles de personas de agua, energía eléctrica y provocó el momento oportuno para incentivar la avivada de comerciantes que elevaron sin tapujos el precio de velas, agua y algunos comestibles. Además develó la falta de inversión de la empresa Edenor y la falta de preparación municipal para afrontar una urgencia y llegar a todo el territorio.
Por Ángela Tobar
La Matanza tuvo miles de familias afectadas, 85 escuelas que presentaron en mayor o menor medida problemas de distinta índole como caída de techos, vidrios rotos, paredes caídas y/o con filtraciones, bombas de agua inoperables, entre otros daños. Además de caídas de árboles, postes y carteles.
La gran extensión territorial y la cantidad de población que porta el Distrito fueron los motivos por los que cualquier ayuda proveniente del Estado sea poca. Vecinos enfurecidos por la falta de atención dentro de algunos barrios, por la desprolijidad y lentitud de la empresa Edenor en su trabajo y el aprovechamiento de comerciantes que lucraron con la necesidad ajena al vender velas a diez pesos, botellones de agua de cinco litros a 50 pesos provocaron gran cantidad de cortes de calles y amenazas de saqueos.
Veinte días después del temporal, muchos vecinos continúan intentando restaurar sus casas y recuperar de a poco lo perdido, barrios de la localidad de Virrey del Pino y González Catán se encuentran trabajando para “levantar” nuevamente sus viviendas y esperan con gran paciencia que el Estado llegue hasta ellos para facilitarles la tarea.
El barrio Nicole de Virrey del Pino fue uno de los más afectados y varios vecinos aseguraron en diálogo con S!C que “nunca se vio la ayuda del Estado”. “Nosotros no aparecemos en los mapas, no existimos para nadie”, aseguró Juan Silva.
Los vecinos de esa zona aseguraron que estuvieron “diez días sin luz y sin agua”, debido a que por esas calles no pasa el agua corriente, y actualmente siguen trabajando para salir adelante, “hay casas sin techos, vecinos que perdieron todo; ropa, colchones, frazadas, electrodomésticos”, lamentó la docente de la zona Norma Sosa.
En este sentido analizó que hace falta tener una conducta un poco más estricta en cuanto al relevamiento que se realiza de los árboles y postes de luz, “acá estaban la mayoría de los postes de luz podridos, quizás si hubieran controlado como se debía, no habría sido tan desastroso”.
Con respecto a la emergencia educativa de hace unos días atrás consideró que se debió a “la falta de escuelas, más que al temporal. Es necesaria una política educativa que se ocupe de mantener los edificios. El temporal lo que hizo fue reflotar todo y revelar la injusticia social. La Falta de previsión y de preparación para la emergencia”.
Por su parte, Viviana Pérez, vecina damnificada, recordó que “fueron días terribles” y lamentó las “grandes” perdidas materiales que tuvieron, “somos personas muy carenciadas, es poco lo que tenemos y vivimos día a día. Por eso sufrimos tanto por los negocios que hizo alguna gente, nos cobraban cinco pesos por media hora de carga a los celulares, vendían el agua y las velas al precio que querían”.
“Hoy aún estamos complicados, necesitamos mucha ayuda, son grandes las necesidades que tenemos, esperamos que se acuerden que aquí viven muchísimos niños, con necesidades básicas insatisfechas y que el temporal lo que hizo fue agravar nuestra situación”, mencionó.
El marido de Viviana es insulino dependiente y esos días sin energía eléctrica complicaron su salud y le impidió mantener la cadena de frío de la medicación acarreándole todo tipo de problemas. “Tuvimos la insulina los dos primeros días, los mantuvimos con hielo, pero lamentablemente terminamos perdiéndola y quién nos reconoce eso”, cuestionó.
Los vecinos viajan diariamente al KM 33 o al 40 a las delegaciones municipales para pedir asistencia y que les suministren chapas, colchones, frazadas, material para levantar las paredes, pero aseguraron que están todos en lista de espera.
En la localidad de Villa Luzuriaga, Liliana Rodríguez, sufrió por la falta de energía eléctrica y debió rebuscárselas para no perder su medicación oncológica, “fueron muchos días sin luz y yo necesito sí o sí, no perder la cadena de frío de los remedios que consumo, por eso tuve que trasladar todo a la casa de una amiga. Porque sé que ni desde Edenor, ni desde el Municipio van a reconocerme las perdidas que tenga”.
En Ciudad Evita, algunos barrios estuvieron diez días sin luz, los vecinos se vieron obligados a protestar en las oficinas de Edenor, para exigir que les restablezca la electricidad.
Fernando Ibáñez, comentó en diálogo con este medio que “fue lamentable todo lo ocurrido” y opinó que “por parte del Municipio de La Matanza no existió presencia alguna. Nos quedamos sin luz no hicieron un relevamiento para ver en qué condiciones, estábamos”.
Luego analizó que el temporal puso de manifiesto “la falta de inversión de las empresas privatizadas, la falta de personal. Hay una desorganización alarmante hay una empresa que no invierte y un Estado que no controla, dónde vamos a parar”.
Laura Aquino, vive en el barrio Santa Rita de González Catán, y remarcó que la zona fue “desvastada” por el temporal y agregó que “actualmente estamos luchando para que llegue a nosotros la ayuda, porque jamás vinieron acá a saber cómo estábamos o qué necesitábamos”.
“Nosotros seguimos en la misma situación que hace 20 días, acá en mi casa me falta la mitad del techo, y solo pude cubrirlo con nylon, hay algunos vecinos que lograron encontrar sus chapas y lo arreglaron como pudieron, pero gran parte del barrio tiene el techo al aire libre o cubierto con bolsas. Estamos en la nada”, lamentó.
Laura vive sobre la calle Perseverancia entre Monasterio e Italia, estuvieron siete días sin luz y aseguró que “necesitaba colchones, frazadas porque al levantarse el techo se mojó todo el interior de la casa” y explicó que “no me dieron nada, no supieron sacarme de la urgencia” y comentó que “nos explicaron que todos tienen problemas y que por eso tenemos que esperar”.
Finalmente, lamentó que siente “una impotencia bárbara, no sabés qué hacer, reclamás y te maltratan”.
En busca de alternativas para los estudiantes
Las escuelas que se encuentran más complicadas luego del temporal son la Técnica 2 de Ciudad Evita, la cual sufrió el destrozo total de las aulas talleres, el costo de reparación de las instalaciones será de seis millones de pesos.
Mientras que la Técnica 8, Jorge Newbery de la localidad de Villa Luzuriaga, requiere de dos millones de pesos para volver a funcionar a pleno. En una primera etapa se realizó la obra de tapiado, vidrios y chapas. Ahora queda por ejecutarse la segunda parte de la obra.
En esta línea Paulino Guarido, titular del Suteba Matanza explicó que “llevará un tiempo largo poder recuperar” el funcionamiento pleno de los establecimientos educativos y aseguró que se “tendrá que trabajar en la búsqueda de alternativas que le permitan a los chicos realizar los talleres”.
Un relevamiento del Suteba local, detalló que en la localidad de Villa Luzuriaga se encuentra en reparación la primaria 153, en la que se esta trabajando en las chapas y tinglados. Mientras que en el jardín 919 “tiene problemas en patio interno y parte alta, se levantó parte del techo de las aulas y el techo completo de la biblioteca”.
En la localidad de Ramos Mejía, la primaria 12 sufrió voladuras de techo. En la localidad de Isidro Casanova, se registró la muerte de un vecino, producto de la caída de la medianera del jardín 932. La primaria 131 registró rotura de techo y biblioteca con peligro de derrumbe. Los arreglos de las mismas se efectúan sin perjudicar el normal desarrollo de clases.
El trabajo municipal
El Comité de Crisis del Distrito de La Matanza, a cargo de Rolando Galván, al cierre de esta edición, no contaba con un relevamiento actualizado de la situación luego del temporal, tampoco se supo precisar los datos que detallen la cantidad de afectados en el Distrito, ni la situación actual de los mismos. Tampoco se pudo desglosar la cantidad de ayuda que el Municipio destinó a los vecinos damnificados después de casi 20 días del temporal. Cabe aclarar que el comunicado, emitido el pasado 10 de abril indicaba que hasta esa fecha se habían asistido a “1.333 familias” matanceras.
Además estimaba que en todo el Distrito, “se cayeron 850 techos, más de 500 postes, 450 árboles y 180 carteles y columnas”.
Mientras que la ayuda municipal, hasta ese día se desglosó en la entrega de “6.523 chapas; 2.632 tirantes; 1.806 colchones; 2.665 frazadas y más de 30.000 velas”.
Con respecto al servicio de agua, se aseguró que mientras estuvo interrumpido se “entregaron más de 800 mil litros, proporcionada por AySA y Desarrollo Social”.
Y que “participaron de la remoción de elementos (árboles, ramas escombros, carteles) en la vía pública 200 efectivos del Ejército y 250 de Gendarmería Nacional”.