Un grupo de mamás de Lomas del Mirador trabaja desde hace unos años en esa zona y en localidades aledañas con los chicos que pasan sus noches en plazas y esquinas consumiendo distintos tipos de droga, con el objetivo de recuperarlos y en ese camino mostrarles que “hay otra posibilidad, otra realidad” que pueden vivir.
Por Maricel Pisa
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Un equipo de mamás de la localidad matancera de Lomas del Mirador, trabaja desde hace unos años en este espacio, y en localidades cercanas como La Tablada o Villa Madero, con el objetivo de sacar a los chicos de la calle, de las esquinas, de las plazas, lugar en el que consumen distintos tipos de sustancias, para recuperarlos de esa situación e invitarlos a cambiar su vida.
Ruth Ponce de León, una de las madres del grupo, explicó en una charla con S!C: “Hace tres años empecé, y las chicas me acompañan hace dos años, somos cuatro mamás, y vamos sumando hijas, sobrinas… nosotros somos mamás que todas pasamos por lo mismo, con hijos adolescentes en recuperación”.
Al tiempo que narró cómo nacieron como grupo y cuál es la modalidad que siguen a la hora de trabajar: “Estamos todas conectadas, sabemos donde está cada una, y hacemos la recorrida por las plazas, hay muchos (chicos) que son mayores de edad que son más difíciles, pero los más chiquitos son más manejables, nos acercamos, hablamos con ellos, nos conocen a todas, nos vamos para Tablada, Villa Madero, se juntan en determinadas esquinas, y vamos y nos sentamos a hablar”.
Así es como Ruth profundizó en cómo es este momento de encuentro, “es compartir y empezar a charlar, escuchamos muy seguido: ojalá mi vieja sea como vos, y les preguntamos y ahora dónde está, (responden) en el bingo, o salió con las amigas, o vaya a saber dónde. Cuando te dijeron ojalá mi vieja sea como vos, ahí ya podés hablar de todo, están pidiendo ayuda a gritos y nadie los escucha”.
En este sentido, el grupo de madres elige este método de trabajo, en el que van dando los pasos con mucho cuidado, esfuerzo y dedicación para ayudar a los chicos, porque, como contó la mamá, “nos manejamos de esta forma, porque si vamos a pedir ayuda como en Acción Social, no nos dan atención, nos mandan acá a un centro cerca, donde los chicos son un número más y no salen recuperados, porque no tienen internación”.
Es por eso que las mamás trabajan con “tratamientos de iglesias evangélicas, todos los viernes nos reunimos con los pastores, los psicólogos, y tratamos de entrar por otro lado, decirles: mirá hay otra posibilidad, otra realidad, y los chicos están pidiendo ayuda a gritos, y nadie los escucha”.
Hoy en día, recordó Ruth, “hay diez chicos que se anotaron para terminar el secundario”.
Asimismo, Ponce de León señaló que “el chico pobre no es el que más consume, es el que más busca una salida, es el que te pide y te busca, y te pide una mano con todo, lo llevamos a la iglesia y hablan con los pastores, y después la familia va cambiando”.
También se le consultó a Ruth sobre su opinión y sentimiento cuando se habla de la legalización de la marihuana: “Impotencia, bronca, hubo una marcha hace unos días, y los chicos del barrio juntaron plata para pagarse un micro, y ahí me enojo, y ahí me dicen, no otra vez con tu discurso, les digo escúchenme, hace meses que les vengo hablando, me dicen pero dejamos lo otro, lo otro es popis, la lanza, la cocaína, las pastillas”.
Respecto de la relación con el Municipio (de La Matanza), explicó que “no nos brindan ayuda, pero nos tendrían que brindar ayuda, es todo burocracia, pero preferimos manejarnos nosotras como lo estamos haciendo, y que la ayuda sea inmediata”.
Un mensaje
Cuando se le consultó a Ruth sobre los pedidos de los chicos cuando se comunican con ella, o con las otras mamás del grupo, por medio de mensajes a sus teléfonos, contó: “El mensaje es siempre el mismo: me gustaría que mi vieja sea como vos, o ¿me podés ayudar?, y en ese me podés ayudar entra todo, sacarlo de ahí primero, ayudarlo a que el consumo sea cada vez menor, y ahí empezar el tratamiento, que consiste en una internación de día, entran a las 8 o 12, y salen a las 21, donde ellos pueden hacer de todo lo que les guste, gimnasio, o talleres de arte”.
Un lugar propio
Para poder mejorar las condiciones del trabajo que realizan desde el grupo, es muy importante contar con un espacio propio para poder profundizar su trabajo, y poder brindarles contención a los chicos y a sus familias en un lugar al que sepan que puedan asistir cuando lo necesiten.
“Nos falta un lugar para llevar a los chicos, ojalá tuviésemos esa posibilidad de que nos brinden un lugar no solo para reunirnos, sino poder trabajar desde otro punto, con los chicos, con las familias, que los chicos, cuando tienen esos bajones, y que nos manden un mensaje y nos digan vení a buscarnos puedan acercarse”, dio a conocer Ruth.
Contención familiar
El apoyo familiar, su contención y acompañamiento son características muy importantes para los niños y adolescentes, y para los adultos también. Contar con la familia es relevante en cada paso que se da, saber que van a estar ahí cuando se los necesite, que pueden escuchar y aconsejar son puntos sensibles, pero algunas veces todo ello está ausente.
En esta oportunidad, Ruth develó a S!C cuál es la situación que encuentran en el momento en que acercan a los chicos a sus hogares: “Cuando devolvemos los chicos a las casas, la mayoría de los padres nos miran como estás haciendo lo que yo tendría que hacer, te dicen gracias, discúlpame, muchos padres aceptan una ayuda para internarlos, muchos papás no, se niegan totalmente a que el chico está con problemas”.
A raíz de las experiencias que llevan en todo este tiempo de trabajo, la mamá contó que en general “son familias disgregadas, ensambladas, tenemos papás con mucha plata y papás presos, los de mucha plata nos dicen gracias, no te preocupes, y nos cierran la puerta, pero después nos encontramos de nuevo con los chicos en la calle”. Y añadió: “El papá que decide internarlo por su cuenta es un papá que no sabe nada de lo que le está pasando a su hijo, no sabe absolutamente nada de lo que consumió”. Al tiempo que se pregunta: “¿Cómo haces para dejar a un chico que puede ser tu hijo en una comisaría o en la calle toda la noche?”.
Ruth explicó que “yo me manejo mucho con la plaza Martín Gómez, (pregunta) que hacen acá, por qué no están en casa, les decimos siempre soy yo la que vengo, o Alicia, Michu, y ¿sus mamás, sus papás? No, me dice uno que tiene doce años, sabés qué pasa, mi mamá no tiene las pelotas que vos tenés”.
Asimismo, enfatizó en que “aparte de sacar al chico, tenés que sacar a la familia, entonces necesitan un tratamiento, es un trabajo para todos los lados, porque vos rescatas al chico pero a veces la familia te cierra las puertas”.