“Todavía no pudimos llorar a nuestros hijos, porque siempre estuvimos detrás de la justicia”

A siete años y medio de la tragedia de República Cromañón, S!C dialogó con padres de chicos de La Matanza que murieron en el incendio. Hablaron sobre el segundo juicio que se está llevando a cabo y la renuncia de muchas familias a la lucha.

Por Soledad Martínez

smartinez@periodicosic.com.ar

 

Podría decirse que siete años y seis meses es mucho tiempo, pero Miriam Araneda, Leonardo Chaparro, Hilda Tabare y Mónica Schild viven aquel 30 de diciembre de 2004 día a día, como una herida abierta que no cierra por la falta de justicia.

Sus hijos murieron en el incendio del boliche República Cromañón, localizado en Once, durante un recital de “Callejeros”. Miriam y Leonardo, perdieron a David Chaparro, de 14 años, Hilda a Matías Ferreyra, de 18, y Mónica a Marianela Rojas, de 19.

La Matanza fue el distrito que mayor cantidad de víctimas tuvo esa noche, 39 de los 194 chicos eran del Distrito.

 

¿Cómo se encuentran en la actualidad los padres de La Matanza con respecto a la búsqueda de justicia?

 

Miriam Araneda: La verdad es que hay muchas familias que renunciaron a la lucha. En las marchas, muchas veces dan ganas de llorar y siempre estamos esperando que no falte alguien, para no ser uno menos, por eso cada vez que hacemos una marcha, también invitamos a padres de otros casos de impunidad, como Rubén Carballo y Diego Lucena. Las primeras marchas llegamos a llevar 16 micros, ahora podemos ir en uno.

 

Leonardo Chaparro: De los 194 padres de víctimas, hoy seremos 40 los que seguimos. Lo que pasa es que la Justicia te lleva a un desgaste, pero quedándonos en nuestras casas no vamos a conseguir nada.

 

En la actualidad, se está llevando a cabo un segundo juicio, en el que los imputados son Rafael Levy, dueño del local donde funcionaba el boliche y mantenía una sociedad de hecho con Omar Chabán; Juan Carlos López, exsecretario de Seguridad porteño; su segundo Enrique Carelli; el exdirector de Seguridad Privada Vicente Rizzo; y el excomisario de la seccional séptima Gabriel Sevald.

El 19 de agosto de 2009, concluyó el primer juicio por la tragedia, en el que el exgerenciador Omar Chabán fue condenado a 20 años de prisión, el manager de Callejeros Marcelo Argañaraz y el exsubcomisario Carlos Díaz a 18 años, entre otras condenas, mientras los músicos de la banda fueron absueltos. Pero la Cámara de Casación recalificó los hechos, redujo las sentencias y condenó a los músicos a penas de cuatro y dos años, lo que todavía no quedó firme. Hoy, ninguno de ellos está preso.

 

¿Piensan que, tanto en el primer juicio como en el que se está llevando a cabo actualmente, hay una verdadera intención de que los responsables paguen?

 

Mónica Schild: Desgraciadamente en estos siete años la Justicia nos demostró que no sirve, que apoya a los asesinos de nuestros hijos. Somos nosotros los que tenemos que estar detrás de la Justicia. Cromañón pasó por una cadena de irresponsabilidades y corrupción, y todo es comprobable.

 

Miriam Araneda: Cromañón destapa la olla de la corrupción. (Aníbal) Ibarra, por ejemplo, poniendo a una maestra jardinera de inspectora, que lo único que tenía que hacer era recibir la coima y firmar que el lugar estaba en condiciones. Por esa clase de gente, hoy no tenemos a nuestros chicos.

 

¿Cómo vivieron el conflictivo inicio del segundo juicio, que fue suspendido por incidentes?

 

Miriam Araneda: Este segundo juicio es para entretenernos a los padres y aparentar que están haciendo algo, porque en el primero no obtuvimos nada, estuvieron las pruebas, desestimaron testigos y compraron otros. Hoy nosotros no tenemos permitido ingresar a la sala en la que se está haciendo el segundo juicio, por el simple hecho de reclamar que se realice en una sala más grande, para que todos podamos entrar y eso nos tiene muy mal.

 

Leonardo Chaparro: Para el segundo juicio, a nadie se le ocurrió pensar en los padres de 194 víctimas. No podés dejar entrar a 20 y que el resto se quede afuera. Para mi van casi ocho años de manoseo. Tienen más respeto por los imputados que por nosotros. Quieren que nos callemos, y yo no tengo por qué callar, es el juicio por la muerte de mi hijo y tengo que estar ahí.

 

Mónica Schild: Si pudiéramos confiar en la Justicia, tal vez nos quedaríamos en nuestras casas, pero ya tenemos la experiencia del primer juicio, en el que a Ibarra lo sobreseen, a Chabán le dan 20 años y luego le reducen la condena a ocho y a Callejeros lo absuelven, cuando estaba demostrada la responsabilidad que tuvieron.

 

¿Pudieron elaborar el duelo por la muerte de sus hijos en estas circunstancias?

 

Leonardo Chaparro: Cada 15 días estamos en Tribunales, no hace falta que vaya un abogado, nosotros estamos ahí golpeando puertas y preguntando qué pasa. Así hace siete años, ninguno de nosotros pudo llorar a sus hijos todavía porque siempre estuvimos atrás de la Justicia.

 

Mónica Schild: No comenzamos el duelo. A los pocos días de la muerte de nuestros chicos estábamos con una pancarta marchando a Plaza de Mayo. Yo tuve la suerte de poder tener a mi hija en una sala velatoria el 2 de enero, otros padres no.

 

Entre esos padres, estuvieron Miriam y Leo, que encontraron a su hijo después de cinco días de ocurrido el incendio. Y el recuerdo de esos días de búsqueda y desesperación, se repitió el 22 de febrero de este año, con el choque del tren en la Estación de Once.

El recuerdo de Cromañón, también vino cargado de críticas, debido a que la calle Bartolomé Mitre permanecía cerrada desde el incendio, en el que los familiares de las víctimas hicieron un santuario. Esa era una de las arterias por las que podrían haber circulado las ambulancias para ingresar más rápido a la estación.

 

¿Qué piensan de las críticas y la apertura de la calle Bartolomé Mitre?

 

Monica Schild: Con lo de Once revivimos todo nuestro dolor, porque las imágenes eran las mismas. La calle era nuestro santuario, nuestra forma de mantener vivo el recuerdo, para que no se olviden de lo que pasó.

 

Leonardo Chaparro: Yo viví eso de buscar a tu hijo, en los hospitales, en la morgue. Lo de la calle también lo utilizaron para tapar lo del pibe que no aparecía (NdeR: por Lucas Menghini Rey, que fue encontrado tres días después del accidente en el cuarto vagón) y yo pensaba este pibe está muerto, porque yo lo viví cuando me mandaban de acá para allá y mi hijo no aparecía.

 

¿Con esta “nueva tragedia”, sienten que nada cambió a pesar de la experiencia de Cromañón?

 

Leonardo Chaparro: Yo pienso que todo es evitable. Si tenés las cosas como corresponde, estas cosas no pasan. Espósito (Daniel), estaba allá (por el Gobierno de la Ciudad) y lo mandaron para acá (por La Matanza). Entonces, no lo estás castigando, solo lo cambiás de laburo. No tenemos que acostumbrarnos a estar con la foto de un hijo en el pecho.

 

Miriam Araneda: Si nosotros decimos no va haber justicia y nos quedamos de brazos cruzados va a ser peor para todos y tenemos otros hijos. Nadie nos va a devolver la paz ni la tranquilidad, no somos los mismos padres de antes, pero queremos que quede el precedente para que a nadie más se le ocurra pedir una coima para mantener un boliche abierto.

 

¿Y cuáles son las precauciones que toman con sus otros hijos después de lo que les pasó?

 

Miriam Araneda: Nuestros otros hijos maduraron de un cachetazo y nosotros seguimos viviendo con miedo, mandando mensajes de texto a cada rato para ver dónde están.

 

Hilda Tabare: Mi hija me dice que si le va pasar algo, va a ser en cualquier lado y al tiempo de que falleció el hermano me planteó que ella tenía que seguir adelante. Era la primera vez que Matías iba a ver a Callejeros y no volvió, y uno vive con miedo.

 

Buscan el resurgimiento de la ONG que agrupaba padres de La Matanza

 

Luego de las muertes de sus hijos, un numeroso grupo de padres de La Matanza, formó una organización no gubernamental. Pero transcurridos siete años y medio de la tragedia, la entidad se fue disolviendo, quedando solo algunos padres que se reúnen periódicamente en sus casas.

“La idea es que en La Matanza exista la ONG y queremos resurgir, lo que necesitamos es un espacio y capacitación, porque la verdad no supimos cómo manejarnos”, explica Miriam Araneda.

Además de difundir la causa de Cromañón, el proyecto apunta a brindar diferentes talleres y servicios a la comunidad, y poder darle la oportunidad a los sobrevivientes que hasta el día de hoy no consiguen trabajo “por el solo hecho de ser sobreviviente de Cromañón”, cuenta Araneda.

 

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