Por Gastón Romero
En un pueblo del interior, en una noche de lluvia, se lleva a cabo el velatorio de una mujer cuyo nombre se desconoce. Concurre un solo deudo y dos hombres más, atraídos por el destino. A lo largo de la noche, como un juego de cartas, se irá revelando la identidad de
esa mujer que, según ellos, alguna vez les perteneció y nunca más volvieron a ver.
De esta forma se entrelaza un juego de identidades múltiples donde la subjetividad sobre el cajón de la muerta conforma el relato.
Fernández es un escritor que cuenta la historia de Laura, una mujer que lo entrevistara tiempo atrás en una biblioteca y con quién se involucra en un extraño juego sexual. Santos cuenta su relación con Sofía, una antigua amante y esposa de su íntimo amigo, que lo pone a prueba en situaciones límites e inesperadas.
Villalba es un empleado municipal que relata cuando era chofer de colectivo y conoce a Rosita, una mujer a punto de quedarse ciega que pretende seguir viendo a través de su imaginación. Tres historias
diferentes que tratan de revelar la identidad de esa mujer que cayó muerta aquella noche en la plaza del pueblo; si su nombre es Laura, Sofía o Rosita, o simplemente… una mujer.
Con Alejandro Awada, Eduardo Blanco, Viviana Saccone, Gustavo Garzón, Oscar Alegre. Dirige Pablo Bucca. 89 Minutos. Apta mayores de 13 años
Sobre el director : Pablo Bucca nació en San Carlos de Bolívar, provincia de Buenos Aires. Desde muy joven realizó cortometrajes de manera autodidacta.
Entre los años 2008 y 2010 se desempeñó como director del canal C4 Televisión de Bolívar, localidad en la que en agosto de 2012 organizó la Muestra de Cine Nacional “Leonardo Favio”. “Una Mujer Sucede” es su primer largometraje.
Notas del director: La puesta en escena de tres hombres jugando al truco sobre el féretro de una mujer –aparentemente desconocida- genera una incógnita y un misterio que atrapan desde el inicio al espectador, que quiere atar cabos para saber quién es realmente esa mujer.
El misterio permanente y una narración dinámica hacen que el relato avance con fluidez y mantenga siempre al espectador en el núcleo del conflicto. La estructura coral de la película brinda una amplia posibilidad visual, lo que permite un tratamiento estético particular a cada una de las historias. Desde la dirección de arte se buscó que cada historia tuviera su “color”, su estructura y disposición lumínica: colores fríos en la secuencia inicial donde Santos busca
refugiarse de la tormenta; colores cálidos en la escena del velatorio; marrones y verdes como tono predominante en la historia de Fernández y Laura; una estética moderna y actual para el relato de Santos y Sofía y una paleta de colores brillantes y contrastado para la historia de Villalba y Rosita. La dirección de actores trató de ser precisa, entendiendo que es una película “actoral” en la cual el contexto y el espacio físico pasan a un segundo plano.
Las miradas, el silencio y el tempo durante el relato fueron fundamentales para crear el tono del film. La confianza y libertad que el escritor Luis Lozano me brindó para adaptar su novela fue
absoluto, lo que generó una independencia creativa en el desarrollo y resolución de las tramas, en sus estructuras y en la creación de nuevos conflictos y personajes que aportaran hacia la construcción de un guión sólido para tratar de descifrar quién es realmente esa mujer.