
María Araneda tenía 37 años y vivía en Ramos Mejía. El 8 de noviembre ingresó conciente y caminando a la guardia del nosocomio tras sufrir una descompensación. Dos horas después, falleció. Según su familia, la mujer no recibió atención. “La dejaron morir”, dijeron.
Por Soledad Martínez
smartinez@periodicosic.com.ar
Una vez más, un centro de salud público de La Matanza es cuestionado. Y una vez más, se trata del Policlínico Central de San Justo, que se encuentra ubicado en Almafuerte 3016, pegado al Palacio Municipal.
El nosocomio ya es tristemente célebre por su “maternidad inexistente”. El sector fue cerrado en 2008 para ser refaccionado y reinaugurado con nuevos equipos, que aún duermen entre sus cubiertas de plástico.
“No puede ser que al lado de la Municipalidad, haya un hospital vacío y lleno de médicos inoperantes”, dice Miriam Araneda. Y es que el 8 de noviembre de 2012, su hermana llegó al nosocomio tras sufrir una leve descompensación y falleció en extrañas circunstancias.
María Araneda tenía 37 años y vivía junto a su pareja en Ramos Mejía. Faltaban unos minutos para llegar a las 6 de ese día cuando se descompensó mientras se duchaba. Su esposo fue a socorrerla y llamó al 911. A los 15 minutos, una ambulancia del Servicio Municipal de Emergencias arribó a la casa de la mujer y la trasladó al Policlínico de San Justo.
Si bien, se sintió mal y requirió atención médica, María no perdió la conciencia, y pudo explicar con lujos de detalles sus síntomas al médico que la asistió en la ambulancia. Sentía que tenía la presión “muy baja” y un fuerte “ahogo en el pecho”.
La mujer entró a la guardia del nosocomio caminando y fue ingresada a uno de los consultorios, mientras su esposo se quedó aguardando en la sala de espera. Dos horas después, le informaban que María había fallecido.
“A los 15 minutos de llegar al Policlínico, mi cuñado escucha a María gritar, como si pidiera auxilio. Se acercó a preguntar qué pasaba, pero lo echaron”, dijo Miriam Araneda, quien llegó al Policlínico minutos después y, también en vano, intentó obtener una respuesta sobre el estado de la mujer que permanecía en la guardia.
“Nadie nos daba ningún tipo de información. Mientras esperábamos ingresó una pareja que aparentemente venía de robar y estaban heridos de bala, había pibes que apuraron a los médicos para que los atiendan, y descuidaron de mi hermana”, aseguró Araneda.
La primera noticia sobre el estado de salud de María, fue proporcionada a la familia por un enfermero. “Nos miró como queriendo decir algo. Yo le pregunté por mi hermana, y me dijo: ‘la estamos compensando’. Después salió un médico que nos dijo que mi hermana estaba muy grave, que había sufrido un paro cardíaco”, detalló María Araneda.
Trascurridos unos 30 minutos de ese episodio, se produce el cambio de profesionales en la guardia, y una doctora que recién ingresaba al nosocomio, informa que hacía una hora, la mujer había fallecido.
María Araneda había ingresado conciente y por sus propios medios a la guardia del Policlínico de San Justo alrededor de las 06.50, en menos de dos horas después, había muerto. “Ella era sana, tenía una carpeta con estudios que le habían entregado el 5 de noviembre y todo le había salido bien. Se los había hecho, porque quería quedar embarazada”, refirió Miriam.
La mujer increpó a la profesional que fue la encargada de comunicarle la triste noticia. “Le pregunté si ella había atendido a mi hermana y me dijo que no, que cuando llegó, ya no había nada para hacer. El médico responsable se fue sin dar la cara. Nosotros lo vimos salir, pero no nos dijo que mi hermana se había muerto”, contó.
Un cura y un policía
Minutos antes de recibir la peor noticia, al sector en el que se encontraba la familia de María, habían ingresado un cura y un policía para brindar “contención” o actuar en caso de que el ambiente se tense.
“Muy naturalmente la médica, que ni siquiera había atendido a mi hermana, me decía que no había nada por hacer, y el cura me quería explicar que era muy normal que la gente se muera… ¡un pelotudo!”, exclamó indignada Araneda.
La indignación de la familia aumentó cuando lograron ver el cuerpo de María en la guardia. “No había ningún indicio de que había sido atendida, tenía su ropa intacta y evidentemente no le habían practicado las maniobras de RCP (Reanimación Cardiorrespiratoria). Solo tenía un suero y un tubo que se lo apoyaron en la boca para decir que la entubaron, pero no estaba entubada, la dejaron morir”, aseveró Miriam Araneda.
Para la familia, la mujer fue víctima de mala praxis, pero en el momento de la muerte de Miriam no realizaron la denuncia correspondiente. “Teníamos que hacernos cargo del traslado del cuerpo a Puente 12 (Jefatura Departamental de La Matanza), nos presionaban para que decidamos si queríamos que le hagan la autopsia y nos apuraban, para que retiremos el cuerpo y no investiguemos si fue mala praxis. En el medio de todo, mi mamá estaba muy mal”, explicó Miriam.
Transcurridos poco más de tres meses de la muerte de María, su hermana lamenta no haber realizado la denuncia pero aún no resigna a abordar el camino de la Justicia. “Hablé con mi abogada, y me sugirió solicitar que se realice la autopsia, pero mis hermanas no se animan, sienten que es muy doloroso”.
Para iniciar el proceso legal, la familia debe solicitar la autopsia y pedir al nosocomio la historia clínica de la mujer. Según consta en el certificado de defunción, la mujer falleció por un “paro cardiorrespiratorio no traumático”.
Araneda mantuvo una reunión con el director del Policlínico de San Justo, Juan Carlos Duarte. Según la mujer, en ese encuentro, el profesional le preguntó si ella era la que había amenazado al médico. “Yo le contesté: se nota que hay mala atención y no soy la única que viene a reclamar por una muerte inexplicable”.
Además, en ese momento, Duarte habría sindicado a un responsable por la muerte de María. “Me dijo que, en todo caso, la culpa es del médico que la fue a buscar en la ambulancia, quien debería haber sabido que ahí (por el Policlínico Central de San Justo) no había nada para resucitar a la gente, ni atención coronaria, ni terapia intensiva”, contó Miriam Araneda.
Hace 9 años, mi sobrino victorio barattini, fallecio por mala praxis en posadas-misiones- su diagnòstico era leucemis, despuès de una larga lucha y de estar al borde de la muerte se recuperò, comenzò a trabajar, el mèdico DR. MARIANI, salìa de vacaciones y le recetò una ùltima quimio, aùn en contra la voluntad de victorio. A las 24 hs. de la misma comenzò a sentirse mal, lo internan «NADIE ACERTABA CON EL DIAGNÒSTICO» ? Hasta q la flia investiga y por internet se entera q la VINCRISTINA que indicò por VIA INTRATECAL era mortal le desacìa la mèdula , el ròtulo del medicamento dice: UNICAMENTE POR VIA ENDOVENOSA,Y OTRAS ADVERTENCIAS Q ATERRORIZAN, EL DOCTRO MARIANI APURADO POR SUS VACACIONES ESCRIBIO DE PUÑO Y LETRA LA RECETA FIRMANDO LA SENTENCIA DE MUERTE VICTORIO DE SOLO 33 AÑOS, LA DRA. PEREZ LE APLICÒ SIN LEER EL RÒTULO, NI LA PRESCRIPCIÒN Q ACOMPAÑABA EL MEDICAMENTO Y CON TOTAL DESCONOCIMIENTO. Ambos siguen ejerciendo la medicina a pesar de la campaña q la flìa llevò a cabo. Hoy està en manos del màs implacable e incansable de los jueces que los va a condenar hasta el ùltimo minuto de su vida: LA CONCIENCIA , DE ELLA NADIE SE ESCAPA.