Los grandes avances en materia nacional e internacional que garantizan los derechos de las mujeres e intentan erradicar todo tipo de violencia hacia las mismas, fueron completamente violentados por una campaña machista y retrógrada que mostró por las calles de San Justo a cuerpos voluptuosos que publicitaban en sus partes más sensuales el espacio político del Frente Renovador. Pechos que invitaban a votar a Massa y Ledesma en las Primarias del 11 de agosto.
Por Ángela Tobar
atobar@periodicosic.com.ar
Nadie puede negar que las mujeres han logrado grandes avances en la conquista de sus derechos y pasar, luego de décadas de lucha que se materializaron en leyes y convenios internacionales que garantizan la participación activa de la mujer en la sociedad, y ser tratadas como un sujeto de derechos y no como un mero objeto sexual.
Lo mencionó el General Juan Perón, en su discurso sobre el sufragio femenino: “La incorporación de la mujer a nuestra actividad política, con todos los derechos que hoy sólo se reconocen a los varones, será un indiscutible factor de perfeccionamiento de las costumbres cívicas”.
Evita, por su parte, aseguró que “este siglo no pasará a la historia con el nombre de ‘Siglo de las Guerras Mundiales’, sino con otro nombre mucho más significativo: ‘Siglo del Feminismo Victorioso’”.
Desde ese momento, se marcó un incansable avance en la conquista del derecho e igualdad de las mujeres ante los hombres, que las coloca como protagonistas de en la vida política y social del país, vistas como sujetos pensantes.
Sin embargo, aún perduran en el tiempo sectores retrógrados y machistas que utilizan la imagen de la mujer como un objeto de consumo y placer, reafirmando las viejas mañas de cosificar el cuerpo femenino para mostrarlo como una mercancía dedicada al disfrute y deleite masculino.
Lamentablemente, así pudo apreciarse, durante una caravana realizada en las calles de San Justo por el precandidato a diputado nacional por el Frente Renovador Sergio Massa y puntualmente el integrante de su lista el precandidato a diputado provincial Julio Rubén Ledesma, quien no tuvo inconveniente alguno en utilizar los atributos del sexo femenino para publicitar su espacio.
Cosificó cada parte característica de la mujer, y utilizó las partes más sensuales para colocar sus logos de campaña, de esta manera cada pecho de las “modelos” tenía el sello de la lista y del signo del más (+) que caracteriza el espacio. Luego entre la unión de sus piernas se puede leer en rojo “ES” que une el apellido Ledesma con el de Massa.
Mostró sin reparo a un cuerpo abierto a la sexualidad, marcando estratégicamente cada punto de la mujer con colores estridentes y logos políticos.
Cabe aclarar que Ledesma en su actual gestión legislativa se negó a votar a favor de la ley de fertilización asistida, que beneficia a las mujeres que desean ser madres y no pueden costear el procedimiento, mostrando su indiferencia para acompañar la legalización de ese derecho fundamental.
Esta forma de violencia simbólica, muchas veces resulta casi imperceptible, a causa de la naturalización de algunos espacios que ven común someter a las mujeres al representarlas como a una cosa sexual y erótica, sin tener en cuenta que es un ser intelectual y pensante.
Este tipo de actitud política y retrógrada es la que impide pensar en un futuro conciliador, de respeto e igualdad, erradicando todo tipo de violencia contra la mujer. Utilizar el cuerpo femenino para enviar un mensaje es un acto machista y de sometimiento negando cualquier derecho de las mismas.
Penado por la Ley 26.485
La Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales fue promulgada el 1º de abril de 2009, previene y sanciona las conductas que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como privado, basadas en una relación desigual de poder, afectan la vida, la libertad o la seguridad personal de las mujeres.
La norma protege no sólo de la violencia física, también de la psicológica, sexual, reproductiva, obstétrica, económica y simbólica sufridas tanto en el ámbito familiar, como en el institucional, laboral o mediático.
La violencia simbólica, que aplicó Ledesma en su campaña callejera es la que “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
Mientras que la modalidad legal de violencia mediática contra las mujeres, estima que es “aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.