Miles de manifestantes se sumaron hoy a los acampantes de la plaza Tahrir que exigen la anulación de las enmiendas introducidas por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), medidas que anulan de hecho las facultades del recientemente elegido presidente Mohamed Mursi.
Paralelamente, Yasser Alí, vocero del nuevo mandatario, destacó que Mursi tiene planeado acercarse al lugar para dirigirse a los manifestantes, con la intención de compartir su preocupación por los poderes que se arrogó la junta.
«Quiere confirmar (Mursi) que el pueblo es la fuente de su poder», dijo Alí, quien además subrayó que el flamante mandatario «quiere mostrar que está unido a su pueblo en torno de las cuestiones de la transición que está por terminar».
La ceremonia de la toma de posesión del cargo del nuevo presidente se celebrará mañana, tras lo cual los militares deberán traspasarle el poder a Mursi.
Los asistentes a la manifestación, que se oponen además a la disolución de la Asamblea Popular (Parlamento) recientemente electa por parte del organismo militar, fueron convocados por el los Hermanos Musulmanes, el partido salafista Al Nur y varias asociaciones juveniles.
La concentración, que se incrementa al paso de las horas, derivó en que los manifestantes bloquearan la circulación del transporte en esa plaza central de El Cairo, y decidieran levantar allí una tribuna para las intervenciones de los oradores, destacó la agencia de noticias Ría Novosti.
El conflicto se focaliza en la decisión del CSFA, antes de que concluyeran los comicios presidenciales, de introducir enmiendas en la Declaración Constitucional, Ley Fundamental provisional del país, por las que el primer mandatario deja de ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Además, con esos cambios, el presidente no puede tomar decisiones sobre el nombramiento de jefes militares y sólo podría declarar una guerra a terceros países con el previo consentimiento de los militares.
El CSFA creó el Consejo de Defensa Nacional «para problemas de seguridad», y lo integran el presidente del país, altos mandos militares, el jefe de la Inteligencia, algunos ministros y los presidentes de ambas cámaras del Parlamento.
El Tribunal Constitucional, controlado por las fuerzas armadas, proclamó ilegítimo a la anterior legislatura en que predominaban los islamistas, tras anunciar que la ley de los comicios parlamentarios contradice la Constitución por lo que la Asamblea Popular fue disuelta.
La consecuencia fue que los Hermanos Musulmanes y los movimientos juveniles de Egipto no reconocen esa decisión, insisten en el traspaso de la plenitud del poder a las autoridades civiles y en la retirada definitiva de los militares del escenario político.
En tanto, Amnistía Internacional pidió hoy a Musri que adopte acciones decididas para restaurar el imperio de la ley y el respeto a los derechos humanos en Egipto, apuntó la agencia de noticias DPA.
«Egipto merece un líder preparado para enfrentar los abusos del pasado, restaurar el imperio de la ley en el presente y establecer una visión de derechos humanos para todos», señaló Salil Shetty, secretario general de la organización.