“Trabajamos la reinserción social a través del arte”


Pamela Frank (27) es bailarina, licenciada en Relaciones Públicas y directora de un estudio de danzas situado en Isidro Casanova que trata la problemática de la inserción social a través de expresiones artísticas como la danza.

Por Cinthia Bistolfi
cbistolfi@periodicosic.com.ar

La licenciada le dedicó un espacio a este medio, antes de que comenzara la clase de baile junto a su grupo de Comedia Musical, grupo que coordina tras haber presentado un proyecto de responsabilidad social empresaria (RSE) en San Justo Shopping. Muy sonriente y con calidez recibió a S!C y compartió algunas de las experiencias que vivió y vive a través de la danza, uno de sus grandes motores para luchar por un mundo mejor.

¿Cómo surgió la necesidad de trabajar la reinserción social a través de la danza?

Cuando era chica pasé por la misma situación. Si bien no era una chica de la calle, provenía de una familia humilde que no podía pagarme un estudio aparte de la escuela secundaria. Con el tiempo la situación se estabilizó un poco y a los 15 años yo ya había hecho varios años de danza así que empecé a dar clases en el garaje de un amigo. Me acuerdo que cobraba un peso la clase y los chicos, cuando podían me lo pagaban y cuando no podían no. Ahí pude ver que lo mismo que me pasó de no contar con los recursos para tomar clases de baile también les pasaba a otros chicos. Así que mi sueño de tener un espacio propio donde pueda enseñar. Partió, por un lado, de esa idea y, por otro, al ver chicos que jugaban en la calle, no porque vivan ahí sino porque quizás tenían papás que trabajan todo el día y ellos se pasaban todo el día en la calle y sabemos que en las calles están bastante expuestos, pueden encontrar cosas muy oscuras que los llevan por diferentes caminos que no están buenos. Es increíble como en ese momento de sus vidas el destino se marca absolutamente. Así que esos chicos que jugaban solos en la calle terminaban viniendo a mi escuela y pasaban horas en ella. Y así se hacían un hábito, se hacían también una disciplina, porque la danza tiene toda una disciplina y veía que eso era una herramienta hermosa para la inserción social.

¿Qué te llevó a trabajar esta problemática puntualmente con jóvenes de Isidro Casanova?

Primero porque es mi lugar, mi barrio, y porque veía que ellos pasaban la misma situación que pasé yo en su momento. Y así como a mí me ayudó y sirvió la danza para marcarme este camino, a ellos también les podía pasar lo mismo. Entonces experimenté con esos chicos lo mismo que pasó conmigo, traté de volver a repetir la historia y claramente se está logrando porque gracias a la danza yo pude estudiar en la facultad, recibirme de licenciada en Relaciones Públicas y en este momento tengo chicos que hacen danza, que se recibieron de profesores conmigo, que dan clases en otros lados, que siguen tomando clases conmigo y que estudian en la facultad, quizás otro tipo de carrera porque se sabe que, lamentablemente, de la danza no se puede vivir. Yo creo que el camino lo recorrieron bien y que están bien orientados.

¿Podrías decir que la escuela la abriste con ese fin?

En primera instancia fue por necesidad económica para poder seguir estudiando y ahí fue cuando uno entra en contacto con la realidad y la visión se va transformando y evolucionando con los años. Además era chica, todavía no puedo entender cómo los padres me dejaban criaturas siendo yo una nena de 15 años. Siempre tuve una personalidad muy fuerte, siempre fui muy responsable y eso es lo que le trato de transmitir a los chicos, seguramente eso fue lo que los padres vieron en mi como para confiar y dejar que en ese garaje, que no tenía más que un espejito, una nena educara a sus hijos. Mis primeras alumnas fueron cinco nenas y ellas les contaron a las amiguitas del colegio y así fue como armamos un grupo de 35 nenas. Al año siguiente éramos 40 y, hoy en día, la escuela cuenta con 150 alumnos y no hay más porque no me da la estructura porque sino seríamos aún más.

¿Qué tipos de “desintegrados” serían los chicos que asisten y por qué los consideran así?

En realidad ellos no están desintegrados socialmente. Hay de todo en la escuela, hay gente muy humilde, hay gente que está bien económicamente y que decide elegir mandar a sus chicos ahí, chicos que están solos porque tienen padres que trabajan absolutamente todo el día, chicos que tienen una realidad muy dura en su familia, con padres enfermos o sin trabajo y muchas otras situaciones complicadas de vida. Todas las familias hacen el sacrificio para pagar la cuota para poder enviar a sus hijos aunque, en casos de situaciones difíciles que atraviesan las familias, nosotros propiciamos becas. También hubo casos de padres que se quedaron sin empleo y lo primero que hacen es suprimir la actividad extracurricular, que en realidad es lo peor que puede pasar porque el chico empieza a sufrir un montón de cosas y ese es el momento donde él puede hacer catarsis y así soltarse y desconectarse de los problemas que está viviendo. Ahí es el momento cuando la escuela se activa y brinda la posibilidad de que los chicos puedan seguir asistiendo, porque ese es el fin que tiene.

¿Qué tipo de contención brindan desde el instituto?

En realidad la contención se da a través de las clases y del espacio en sí, porque para muchos es su segunda casa, somos como una familia y la contención es mutua porque se forma un equipo en la que se brinda desde los profesores al grupo, como también de los alumnos a los profesores y, finalmente, entre los chicos mismos. Si hay un chico que viene con un problema de adicción, el mismo grupo te va llevando a que no la tengas más. Por lo general, es un lugar con chicos muy sanos, trabajadores y con objetivos muy claros en el ambiente de la danza donde la disciplina pasa por cuidar tu cuerpo porque es tu herramienta. También hacemos hincapié en el amor al grupo y a la familia, en trabajar en equipo porque funcionamos como grupo y hay una dinámica que los lleva a no lastimarse a sí mismos porque eso repercute en el grupo. Yo creo que la contención más fuerte que ofrecemos es a través de las charlas y el diálogo, algo que yo les digo siempre es que todos tenemos una mochila que cargar y que está bueno en algún momento sacarse esa mochila y descansar, relajar la espalda, descontracturarse, divertirse, jugar, liberarse y después volver a agarrar esa mochila con más fuerza y desde otro punto de partida. Esa es la contención más fuerte que tienen, el momento de desconexión que, encima lo logran desconectándose con algo sano.

¿Cuáles son tus metas a cumplir como docente e integrante de este grupo humano?

El primer objetivo es que deje de ser una escuela de danza para convertirse en un espacio de arte donde se den clases de danza y otras actividades artísticas como pintura, percusión, entre otros. Para eso necesito un espacio más grande para poder ofrecer estas otras actividades. Ese sería mi objetivo a corto plazo, y, a largo plazo, poder tener un centro cultural, un lugar donde se pueda estudiar, exponer gratuitamente porque, generalmente, para bailar tenemos que ir a teatros de capital y pagar entradas que valen una locura. Entonces me gustaría poder abrir un centro cultural en Isidro Casanova donde los chicos puedan exponer y cobrar una entrada mínima para que la gente pueda venir a ver o, también, hacer funciones gratuitas para que otros chicos vean lo que hacemos.

Un comentario sobre «“Trabajamos la reinserción social a través del arte”»

  1. Felicitaciones a Pamela, la verdad que con personas así, dan ganas de seguir creyendo que todavía existe ese «por amor al arte» que a veces se utiliza depectivamente, bueno gente! en este caso es real, ojalá hubieran muchas Pamelas… Felicitaciones de verdad; vas lograr cumplir tú sueño porque en él prima el amor y la empatía, sentimientos que parecieran en deshuso en estos tiempos de total individualismo. Éxitos y adelante con el proyecto que está genial.
    Marisa Sánchez

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