Son las zonas que definen la elección en el Distrito. Rafael Castillo, Gregorio de Laferrere, González Catán y Virrey del Pino aportan la mayor cantidad de votos peronistas. Por qué el oficialismo confía en volver a ganar esos circuitos. Por Claudio Kappeler
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En el distrito gobernado por Fernando Espinoza, suele ocurrir que la franja más pobre de la población elige al peronismo y el actual Gobierno Municipal toma nota de eso desde 1999. Rafael Castillo, Gregorio de Laferrere, González Catán y Virrey del Pino son las localidades más alejadas de la cabecera municipal, las más pobladas, y contienen algunas de las mayores necesidades de este lado del Conurbano Bonaerense. Electoralmente hablando, La Matanza se divide en 25 circuitos, 6 de ellos conforman las localidades antes mencionadas, lo que significa casi un 25 por ciento del total de los circuitos. El Distrito es visto como una pequeña muestra de país, un termómetro constante, esto debido a su heterogéneo entramado social. Tiempo atrás, la diestro pensadora Beatriz Sarlo disparó la controversia cuando afirmó que “para decidir un voto libremente, no hay que estar muriéndose de hambre, no hay que estar debajo de la línea de la pobreza”, y completó: “No se le puede exigir a esa gente porque está en condiciones en las que nadie podría pensar”. Sin ser tan brutales como Sarlo, en esta campaña algunos sectores de la oposición apelaron a la supuesta necesidad de cambio en el Distrito, criticando las tres décadas gobernadas por el peronismo. Claro que en ningún caso se separa la paja del trigo, parece lo mismo la última década, que los ´90 de Héctor Cozzi. Nadie habla de 2001 y su violencia económica. Un estudio realizado por la Consultora Equis de Artemio López, reflejaba los peores resultados por aquellas épocas. El trabajo se centró en el perfil socioambiental de La Matanza entre mayo de 2000 y mayo de 2001. La exclusión era más que evidente. En ese período, 101 mil matanceros quedaron por debajo de la línea de pobreza, datos que sólo eran superados por las crisis de 1989 y 1990. Los números podían ser más crudos todavía si se los miraba desde lo cotidiano: 280.000 habitantes de este distrito caían en la pobreza cada día, 12 cada hora, uno cada cinco minutos. El estudio se había desarrollado en base a datos oficiales del Ministerio de Trabajo y el INDEC. Y el análisis sobre los motivos de tremendo golpe se basaba en la “generalización del desempleo”. En un artículo publicado por Página/12, la por entonces presidenta de la comisión de salud -hoy concejal- Ana Devalle reconocía que los hospitales se encontraban “colapsados” y hubo que decretar la emergencia sanitaria: “El hospital de niños tiene 90 camas para una población de 400 mil chicos; se terminaron los medicamentos y el Municipio tuvo que salir a hacer una compra de urgencia”, decía. Eran épocas en las que se hablaba del 17 por ciento de chicos pobres trabajando, el 48 por ciento de los adolescentes abandonaba los estudios secundarios, el 34 por ciento de la población estaba desocupada, el 23 por ciento de los trabajadores ganaba menos de 300 pesos. En medio de esos datos, desalentadores como mínimo, el intendente justicialista Alberto Balestrini obtuvo en las elecciones legislativas de 2001 un total de 194.388 votos, quedándose con las 12 bancas en juego del Concejo Deliberante. Después vinieron tiempos de largos piquetes en Isidro Casanova, con la pobreza como principal vidriera de La Matanza. Después fueron los saqueos, con este distrito siendo uno de los puntos neurálgicos de la crisis social reinante.
Lo que vino
Desde la elección de 2003, cuando Balestrini fue reelecto en su cargo acompañando a Néstor Kirchner en lo que sería su primera presidencia, la realidad social y estructural de La Matanza cambió. Sin ingresar en la necedad del todo negativo, la tierra se convirtió en asfalto, se inauguraron y se construyen nuevos hospitales, la gente pobre tiene agua potable para consumo, hay cloacas en lo que sólo eran bolsones de pobreza, los colectivos se abarrotan en horario de traslado laboral, las rutas se ensanchan y reparan, y se construyen más viviendas en planes accesibles. Los mayores cambios fueron en la zona centro y sur del Distrito, allí donde el voto para el peronismo es esencial en cada elección. Sin ingresar en la necedad del todo positivo, debe decirse que el Gobierno Municipal tiene que hacer eje de ahora en más, y sin excusas, y sin contratiempos, en la reparación histórica del sistema de salud municipal. Las elecciones de agosto próximo serán, como dice el oficialismo, un plebiscito para la gestión de Fernando Espinoza. Si la gente lo avala, tendrá la inmensa oportunidad de culminar un proceso que ya mostró inclusión y crecimiento.
De estreno en la web
La tercera candidata a diputada del FpV, Verónica Magario, estrenó cuentas en las redes sociales Facebook y Twitter. Bajo una imagen de aire joven, la actual presidenta del Concejo Deliberante de La Matanza afirmó: “Creemos en el diálogo con todos los sectores para desarrollar políticas y uno de mis proyectos será la creación por ley de un organismo para configurar esas ideas de largo plazo”.